Rusia 2018: Colombia, el mérito propio y Japón el premio a la disciplina táctica
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Los cafeteros apostaron por el mismo planteamiento 4-2-3-1, con la reincorporación de Carlos Sánchez en la contención, y James como cerebro por la izquierda y en calidad de titular. Falcao, como tigre esperando tener su ocasión de cara al gol.
Sin embargo enfrente se encontraron un equipo senegalés bien compacto, que batallaba a brazo partido en el medio campo, que se multiplicaba en las marcas para no dejar espacio alguno.
De hecho, los de José Pekerman estaban cubiertos, como si alguaciles senegaleses bien atentos cubrieran cada centímetro del campo. No lograban conectar con fluidez Mojica y Muriel por la izquierda y el batallador Cuadrado por la derecha. Falcao no lograba recibir pelotas y en una de las pocas que tuvo a balón parado su cabezazo se fue por encima del larguero.
Del otro lado, los senegaleses inquietaron en varias ocasiones a David Ospina, pero sin el resultado deseado, sin concretar el ansiado gol. Así arribaron al medio juego ambos onces, desbordando ganas pero sin una estocada letal a su contrario.
Al 74 llegaría la diana, nuevamente salida de la testa del espigado central Yerry Mina (23 años, 1.94 metros y apenas 13 partidos internacionales con la selección). Le anotó a los polacos y como calco volvió a cabecear por encima de todos los defensores para causarle una herida mortífera a Khadim Ndiaye y compañía.
Esta es la tercera vez que Colombia pasa a octavos, pero es la primera vez que lo logra en dos Copa Mundiales consecutivas. De paso, despidieron a los senegaleses que tuvieron más ocasiones claras y disparos entre los tres palos (8-3 por 4-2), recuperaron más balones 55-34, pero los encuentros los deciden los goles.
De hecho, hubo que recurrir para que Japón se erigiera como segundo clasificado de la llave a los puntos Fair Play de desempate (coloca en ventaja al elenco con menor número de tarjetas amarillas recibidas), luego de que los africanos culminaran abrazados a cuatro puntos con los nipones y con el mismo gol average. Algo inédito en la historia de estas lides.
Los del Sol Naciente recibieron cuatro cartulinas amarillas, por seis los africanos, que dejaron a ese continente sin representación en Rusia, pues con anterioridad quedaron matemáticamente eliminadas las otras cuatro selecciones de ese continente: Túnez, Egipto, Marruecos y Nigeria.
Polonia, la resignación y Japón el respiro
Japón por poco no pasa, y desde el pitazo inicial pareciera que su técnico hubiese querido ser eliminado. En estrategia suicida cambió a más de medio equipo para este partido frente a los polacos.
Respiró Akira Nishino cuando se supo el desenlace definitivo de Samara, airoso para Colombia 1-0 sobre Senegal. Baste señalar que el timonel Nishino dejó en el banco al cerebro Inui y a Harebe, temiendo que una amarilla les impidiese jugar la siguiente ronda, y refrescó su equipo con otros cuatro cambios.
En cambio para el polaco Adam Nawalka, el objetivo era cambiar la imagen y no irse con una “lechada” de puntos de Rusia. Entonces, también movió la mitad de sus piezas, incluido el meta Lukasz Fabianski y el defensa Kamil Glik, que debutó tras sufrir una lesión en el hombro a principios de mes que parecía apartarle del torneo.
Tales transformaciones dejaron un primer tiempo en extremo impreciso, sin pases que llegaran a su destino final y una apoteosis en el medio sector.
En el complementario los nipones buscaron asegurar su puesto en octavos pero fueron los polacos los que abrieron la pizarra, luego de un desliz defensivo de sus oponentes. Una falta desde fuera del área lanzada por Rafal Kurzawa y empalmada dentro del área, sin oposición, por el defensa Jan Bednarek (m.60).
Continuaría el partido con el ir y venir y algunos espacios abiertos dejados por los asiáticos, que fueron desenfrenadamente por la igualdad, pero no la asieron a sus botines. Vivieron en una agonía suprema esos compases finales y apenas festejaron el avance.
Polonia apenas maquilló un rendimiento más que pobre, que tuvo en el desatino goleador de su ariete Robert Lewandowski, despedido sin anotar, otra pincelada amarga de cuestionamiento y pobre forma.
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