No lloren por los ausentes…

No lloren por los ausentes…
Fecha de publicación: 
25 Junio 2012
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El 80 por ciento de los mandatarios que estuvieron en la más reciente reunión del G-20 efectuada en Los Cabos, México, y que representan a las 30 economías más poderosas, dinámicas y contaminantes del planeta, no estuvieron en Río+20. Entre los ausentes estuvieron, entre otros: Barack Obama, Hu Jintao, Angela Merkel, Vladimir Putin y David Cameron. Consuela saber que nada se perdió, pues de haber estado ellos presentes, tampoco se habría resuelto nada.
  
La ausencia de los pesos completos de la política mundial no puede atribuirse a compromisos ineludibles, a que Obama no pudiera sustraerse un día a la campaña electoral o que la Merkel se dejara dominar por su afición al fútbol. Tal vez el hito señala el momento en que el formato de gigantescas conferencias con cientos de países y miles de delegados ha agotado sus posibilidades.

Aunque se conoce la génesis de los problemas ecológicos, climáticos y medioambientales globales, se han deslindado las responsabilidades y las soluciones están a la vista; falta la voluntad política para encarar integralmente los problemas, cosa para lo cual tales eventos son tan inútiles como la presión que pudiera ejercer la opinión pública. Al respecto, excepto para promover la toma de conciencia por determinados sectores de la opinión pública, esos eventos son inútiles. La capacidad de los países pobres sensibles a estos asuntos es prácticamente inexistente.

A la falta de voluntad política de los países del Norte desarrollada para comprometerse, se suman las grandes naciones emergentes del Tercer Mundo, especialmente China e India, que por sus propias y atendibles razones se abstienen de promover o suscribir obligaciones vinculantes al respecto.

Esos países que no vacilan en asumir los costos ecológicos que para sus respectivos entornos nacionales conllevan los esfuerzos desarrollistas, tampoco ceden ante reclamos globales o urgencias ajenas. En ese, como en otros campos, la antigua contradicción desarrollo vs. subdesarrollo está siendo sustituida por una connivencia inédita.
 
Al respecto, el Secretario General de Naciones Unidas fue sincero: «Los países tienen límites…» —dijo. Esos límites —digo yo— son sus intereses, que no son como a veces se sugiere los de los capitalistas desconsiderados y explotadores, sino los objetivos del desarrollo de cada uno de ellos. Países como China e India que con enormes esfuerzos han reducido significativamente el hambre de sus pueblos, al menos por ahora, no se detendrán por apelaciones y llamados globales por muy justificados que estén.

Por otra parte, la problemática ecológica no puede ser examinada al margen del desfase histórico que se ha creado por el hecho de que mientras algunos problemas como los del clima tienen efectos globales, la principal instancia institucional continúan siendo los estados nacionales, cuya soberanía es incuestionable. Falta mucho tiempo para que tal circunstancia sea superada.
 
Un comentarista recomendaba a quienes vivirán para ver Río+40 que guardaran los discursos que escucharon ahora para constatar que entonces oirán lo mismo. Tal vez tal evento no ocurrirá, o quizás de aquí a la fecha se encuentren escenarios eficaces. Por ahora, no solo en ese ámbito, sino también en otros, el multilateralismo de gran formato parece descartado. Allá nos vemos.

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