EN EL MUNDIAL DE FÚTBOL: Veleidosa tecnología
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Claro que no pretendo tomarla con la tecnología, sino con quienes la utilizan, tanto los que están en la habitación ante los televisores, como los árbitros en el terreno.
En teoría, cuando haya una jugada polémica, de las que están contempladas en el reglamento, el jefe del VAR en ese encuentro debe llamar al árbitro y sugerirle que vaya a revisarla. Sin embargo, como el silbante no está obligado a hacer caso a esa sugerencia, no se sabe cuándo es responsabilidad de él, o de los otros si se analiza o no determinada acción.
En el desafío Francia-Australia todo fue de maravillas, primero con un penal cantado gracias al VAR, y luego con un gol concedido gracias a la tecnología para determinar si el balón traspasó o no la línea de la portería rival.
Sin embargo, en el partido siguiente, a Argentina no le revisaron una jugada que parecía penal según la retrasmisión, y tampoco ocurrió así en el juego de México contra Alemania, ni en el de Brasil-Suiza o el Serbia-Costa Rica. Menos en el segundo caso, una revisión pudo haber cambiado el resultado de los otros partidos.
No sé si los dirigentes de la FIFA la tomaron con el árbitro del Francia-Australia, lo cual sería totalmente injusto, pues la tecnología está justamente para eso, para servir como asistente, no para criticar el arbitraje que, humano al fin, está sujeto a errores. Lo primordial es que prime la justicia, no importa si fue gracias al silbante o a sus ayudantes.
Espero que solo sea problema de adaptación, como ocurrió precisamente cuando a los principales se les colocó asistentes en las porterías y algunos de inicio se mostraron reacios a escuchar sus opiniones por el prurito de ser ellos los encargados de impartir justicia.
Pero es que la palabra justicia no puede tener padre, o sea, no puede estar en manos de una sola persona. Yo creo que el principal tiene la última palabra, pero debe revisar cada vez que se lo sugiera otro tan experimentado y capacitado como él, que además tiene la ventaja de la cámara lenta. Entonces, el mejor no es el que toma las decisiones por sí mismo, sino el que toma las mejores decisiones, no importa si para tomarlas debió detener el partido tres veces para mirar el televisor puesto a ras de pasto. Total, más tiempo se pierde muchas veces en cuestiones totalmente intrascendentes.
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