El Centro de Dependientes, una danza del destino
especiales
Al caminar por Prado en dirección al mar vemos, entre Trocadero y Colón, un edificio que data de la República, cuya arquitectura tuvo como inspiración al palazzo Loredan- Vendramin Calergi, en Venecia. Para las cubanas y cubanos de hoy, es la sede de la Escuela Cubana de Ballet, una especie de suerte que distingue a nuestra cultura, orgullo de todos.
En la mañana del 4 de agosto de 1907 se inauguró en la planta baja de este edifico, el Centro, sede social de la Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana, con una Misa solemne cantada a la que asistió el Sr. Obispo de la Diócesis de La Habana. La dirección del coro y la orquesta estuvo a cargo del Maestro Gaspar Agüero y la cantante Sofía Zorrilla interpretó el Ave María. En la noche, engalanados sus salones, se celebró la velada inaugural con un concierto cuyo programa recogía una variada y selecta música.
Con la creación del nuevo Centro se tenía como propósito atender, desde sus espaciosos salones, a los socios que en diciembre de 1907 ascendían a 26 269 personas, según consta en la Memoria de ese año, de la ADCH. Esta cifra de asociados en los primeros años del siglo XX,
-expresión del significativo flujo migratorio desde España hacia Cuba-, eran en su mayoría empleados en el comercio, bien como dependientes o como pequeños comerciantes los menos, aunque es notorio que en su Junta Directiva se asentaban no pocas de las más importantes fortunas de la época.
La Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana surgió en 1880 y en sus inicios estuvo integrada principalmente por españoles, con una alta participación de asturianos, le seguían montañeses y gallegos. Según consta en las Memorias de la Asociación, en sus estatutos fundacionales se recoge, entre los objetivos, la unión de los dependientes para su mejoramiento moral y material por medio de la instrucción en Academias que se establecerían en el local del Centro ... veladas y reuniones familiares para el grato, ameno y solaz y esparcimiento.
El primer local de su sede como Centro de Instrucción y Recreo, fue inaugurado en diciembre de 1881 con el nombre de Ateneo del Comercio, pero al siguiente año cambia por el nombre de Centro de la Asociación de Dependientes del Comercio. El lugar sede del Centro tuvo varias direcciones a lo largo de los últimos veinte años del siglo XIX, incluso en los inicios del XX. No obstante, logró propiciar de manera creciente las celebraciones festivas, en las cuales las danzas y la música de España ocupaban un lugar cimero, asidero sociocultural invaluable de aquéllos emigrantes que querían preservar sus costumbres, fiestas, tradiciones, comidas y modos de relacionamiento de sus lugares de origen.
La Asociación de Dependientes tuvo en su decurso varios cambios de concepciones vinculados a intereses económicos y políticos; pero desde su espacio asociativo priorizó áreas muy vinculadas al bienestar y al desarrollo humano; y su obra repercutió favorablemente en un amplio sector de la población, olvidado por los sucesivos gobiernos de la etapa neocolonial en Cuba. Las artes, la cultura popular, la enseñanza y la salud fueron el eje existencial de la Asociación. En consonancia también fueron creadas para los asociados la Casa de Salud “La Purísima Concepción” en 1884, -conocida hoy como Hospital Clínico Quirúrgico 10 de Octubre, el más antiguo del país-, y ya avanzado el siglo XX, la Escuela de enseñanza hasta nivel secundario, que se halla ubicada actualmente en la avenida Buenos Aires y Consejero Arango, ambas en el Cerro.
La construcción del edificio que sería el Centro de Dependientes, con sus tres plantas, su gran profusión de mármoles y luces y que como curiosidad fue donde se empleó por primera vez en Cuba el hormigón armado, destinó sus salones al dibujo natural, las danzas españolas, la literatura y la gramática castellana, entre otras disciplinas. La enseñanza de solfeo y piano; y de de la música coral, ocuparon un lugar destacado. De sus aulas se graduó en música Gonzalo Roig en 1907. Además, tuvo como Abogado Honorario de dicha Asociación a Don Fernando Ortiz.
La Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana desempeñó un singular papel en la sociedad habanera de finales del siglo XIX y en varias décadas de la República. Su proyección social, sus renovados estatutos y su aporte sociocultural se inscribían en el espíritu de una época de rupturas y de cambios, que como expresa María del Carmen Barcia fue una institución de avanzada, representativa de una corriente modernizadora.
La Asociación agrupó los intereses del sector comercial español en Cuba, desde las capas más humildes hasta las altas esferas del poder económico. Sus concepciones ideológicas y estéticas no trascienden en muchos aspectos a su época, pero el estudio de esa época no debe hacerse sin tomar en consideración su existencia, ella dejó una huella imborrable en la sociedad cubana, en la habanera en particular, y su legado espiritual y material forma parte del largo proceso de construcción de la identidad cultural cubana.
Hoy, a más de un siglo de distancia, la danza cubana, en la alta representación de la Escuela de Ballet dignifica la instalación otrora Centro de Dependientes. Tras la huella de España en Cuba complace que Alicia Alonso, inspiradora de sabia nutricia, haya sido, -una vez más- , la duende de esa magia que eleva a nuevas dimensiones, el destino de la danza y cultura cubanas.
*Profesora del Instituto Superior de Arte. Departamento de Estudios Cubanos.
Bibliografía
*A.D.C.H. Estatutos Generales, 1880.
*Memorias de la Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana. Varios años : 1905, 1906 y 1907.
*Barcia, María del Carmen. Una Sociedad en Crisis: La Habana a finales del siglo XIX. Ciencias Sociales, 2009.
*Guanche, Jesús. España en la Sabia de Cuba. Los componentes hispanos en el etnos de Cuba. Editorial Ciencias Sociales, 1999.
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Fernando TURMO BLANCO
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