Estrenarán en Cuba versión danzaria completa de Carmina Burana

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Estrenarán en Cuba versión danzaria completa de Carmina Burana
Fecha de publicación: 
12 Diciembre 2017
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La puesta en escena acaba de presentarse con éxito, por octava ocasión, durante dos noches, en el Auditorio Nacional del país azteca, con capacidad para 10 mil personas, y en La Habana no había podido mostrarse antes, en su forma completa, por falta de condiciones para poner a interactuar al mismo tiempo compañía, un gran coro y orquesta.

El Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso acogerá la pieza los próximos 15, 16 y 17 de diciembre, con coreografía del joven cubano George Céspedes y dirección general del maestro Miguel Iglesias.

Para el estreno en Cuba de esta superproducción se convocó a la Orquesta Sinfónica Nacional y los coros Nacional e Infantil, bajo la dirección de Enrique Pérez Mesa y Digna Guerra, respectivamente.

También, se sumarán a la puesta la soprano Milagros de los Ángeles, el barítono Ulises Aquino y el tenor Harold López Roche.

Esta versión coreográfica involucra un telón de fondo de pantallas LED y una más pequeña circular en el centro, que proyecta un video de contenidos diversos, desde el origen del universo y parte del acontecer actual en una calle cualquiera hasta la posible destrucción de todo lo que conocemos.

La comunión entre los planos físico y espiritual parece ineludible en una pieza que apunta a desgarrar el alma de cualquiera, y los bailarines lo asumen con fuerza y convencimiento.

Carmina Burana es una oda a la vida del hombre en este mundo, aseguró Céspedes a Prensa Latina.

A mí a la hora de crear me atrae el mundo intelectual, porque todo parte de imágenes y a partir de ellas yo voy a la herramienta que necesito, espiritual o física, pero generalmente hay un intelecto que se conecta con una parte emocional y nos lleva a lo físico. El instrumento final es el cuerpo, dilucidó el joven cubano.

Este espectáculo colosal contiene solos, dúos, tríos, cuartetos, quintetos, sextetos, septetos, un cuerpo de baile arrollador, un vestuario sobrio con motivos medievales y un diseño de luces en función de catapultar la intensidad.

Al compás de la desgarradora música de Carl Orff, basada en 24 poemas escritos por goliardos entre los siglos XI y XIII, los bailarines disimulan el dramatismo interior para integrarse a la coralidad como un deber, un inevitable para todo habitante de un templo.

Una vez más, la compañía derrocha virtuosismo y las ejecuciones técnicas de las mujeres incluyen idénticas secuencias a las de los hombres, incluso cargadas de muy diversos tipos, ejecutadas de manera natural por ellas, con la férrea voluntad de eclipsar cualquier distinción por género.

Otra decisión merecedora de realce en esta coreografía es el diseño en el espacio, porque influye en la dinámica, sufraga el énfasis emocional, la puesta no lograría el mismo efecto sin ese trazado.

La Carmina Burana de DCC es una obra colosal que remoza el prestigio de una compañía de 58 años de fundada, capaz de equilibrar juventud y madurez, y distinguida por un sello propio, mezcla de técnica afilada y carácter, con una mirada felina intimidante, que según el director Iglesias para él deviene esencial en un bailarín.

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