EN LIBRERÍAS: Plantas invasoras, de Antonio Herrada
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Antonio Herrada es un joven poeta, graduado de Geografía en la Universidad de La Habana. Antes de obtener el Premio Calendario en el género de poesía, con el cuaderno Plantas invasoras (Ediciones Abril, 2017) había publicado por Ediciones La Luz, sello editorial de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Holguín, Asimetría (2015).
Asimetría nos recuerda la columna que coordinó durante años en la revista Alma Mater y es un título que inserta la voz de Herrada en el panorama editorial cubano.
Por su parte, Plantas… tiene la virtud de poseer una sencillez y un buen gusto en el equilibrio temático, porque, la intensidad de la escritura se reparte a lo largo del volumen hasta crear una especie de «fresco», donde aparecen esos motivos naturales como puede ser una planta, una semilla, un pino al lado de la costa de una Gibara señorial, villa casi perdida en el tiempo, a merced de esas tejas rojizas que soportan el salitre del Atlántico.
Ese motivo sirve para ilustrar un cuaderno que posiciona la voz de este autor en un universo tan amplio como lo es la poesía cubana; Herrada tuvo la suerte de que los miembros del jurado —Virgilio López Lemus, Yanira Marimón y Julio Mitjans— siguieran su trayectoria. El propio Virgilio ha escrito unas palabras que resultan reveladoras de cierta fascinación sobre la poesía de este autor, donde indica que debemos estar atentos a su recorrido autoral.
Con un poema que sirve de pórtico al libro, o Palabras de Desambiguación: Como si tu semilla sirviera para avivar el fuego. / Como si no hubiera otro destino frente al mar. / Otra forma de morir. Se inicia este trazado de un mapa geográfico-poético sobre la historia, la naturaleza y el hombre.
En un primer segmento el tema de los fusilamientos toma protagonismo al referir: Cuando vayas a fusilarme / no me aniquiles solo. / Hazme parte de la fila. / Colócame en el último puesto. / Si quieres torturarnos / puedes disparar uno a uno. / Abriré los ojos. / Vas a pensar que sobrevives.
Esta primera sección, es un puente que conduce hasta las páginas mejor logradas, quizás porque logran conmover. La buena poesía debe dejar cierto grado de dolor y sus diseminaciones son las historias de los arboles sin raíces, los que no permanecen; de las semillas, sin la vocación estacionaria de los hombres; del origen de las especies invasoras, las que deben dar sombra rápidamente; de la lucha del árbol, porque lo único que lo diferencia de los hombres, es la lucidez.
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