Boris Lurie regresa a La Habana

Boris Lurie regresa a La Habana
Fecha de publicación: 
19 Octubre 2017
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El artista amó a Cuba con el afecto más profundo y duradero: el que nace de la admiración y el respeto, así lo aseguran especialistas y conocedores de la obra de Boris Laurie, un creador que nació en Leningrado en 1924 y vivió en Nueva York hasta su muerte en 2008.

La isla le corresponde por estos días con una muestra antológica que permanecerá hasta el mes de noviembre en el Edificio de Arte Universal del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, una colección que, al decir de Gertrude Stein, Presidenta de la Boris Lurie Art Foundation (BLAF), resulta el mayor homenaje tributado al artista.

Contestatario, cuestionador, vanguardista por excelencia, llega Laurie a La Habana gracias a las voluntades unidas de la fundación que lleva su nombre, y el museo cubano, o mejor sea dicho: regresa, pues el artista visitó La Habana de 1959 y quedó enamorado de este país al que vuelve a través de una obra que ha sido catalogada por el comisario de la muestra como “pura, hermosa, sincera, en la que está muy bien reflejado el humanismo de Boris Lurie”.

Las temáticas que podremos recorrer son tan diversas como Israel, el holocausto que sufrió Lurie en carne propia por su origen judío, su mirada exhaustiva a los Estados Unidos y una reflexión sobre lo que es y representa América, pero también el cuerpo femenino, la belleza…

Boris Lurie, desde sus posturas estéticas y políticas contra las corrientes artísticas que predominaron entre 1950 y 1970, creó junto a otros colegas el movimiento llamado NoArt, abiertamente crítico de los enfoques éticos y estéticos que consideraba sometidos al mercado y carentes de todo compromiso político y social.

El sexismo, el racismo, el imperialismo y el armamentismo nuclear fueron algunos de los temas urgentes y nada comerciales que promovió desde su trabajo creativo, en palabras publicadas por los especialistas del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba a propósito de la muestra, se explica:

“El resultado de estas posiciones es una obra muy controvertida que estéticamente se expresa en los términos del Neo Expresionismo, y técnicamente mediante el collage entre otros medios, utilizando la imaginería del holocausto y elementos objetuales de la cultura popular, como anuncios, fotos eróticas o de personajes célebres de la política. Boris Lurie estuvo en contra de los críticos de arte, de la política de coleccionismo de los grandes museos, por lo que fue ignorado por el mundo del arte y las galerías, permaneciendo como un gran desconocido hasta nuestros días, en que la BLAF está empeñada en valorizar la vida y obra de Boris Laurie, preservando y promoviendo las obras surgidas del movimiento NoArt y organizando importantes exhibiciones.”

La de La Habana ya es un hecho, espera en la Sala transitoria del primer piso del Edificio de Arte Universal del Museo Nacional de Bellas Artes. En sus palabras al catálogo, Jorge Fernández, Director de esa institución, concluyó respecto a las piezas exhibidas y a su autor:

“En todas está la voluntad de un hombre que no dejó pasar su tiempo. Se lo bebió, lo provocó y no tuvo miedo a expresar lo que pensaba. Viajó por muchos países y nunca aceptó la ciudadanía israelí porque él pertenecía al mundo. No lo desesperó el éxito del mercado. Lo que mejor lo puede representar es esa tela blanca con una única palabra en color rojo que cierra una esquina de la superficie que ocupa la tela y que dice simplemente Sold (Vendido).

El mensaje de Lurie es claro: el negocio está hecho en el momento en que decides ser artista. La complejidad está en cómo subvertir los comportamientos y no adaptarte al confort del dinero ni a la homogeneidad del establishment”

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