La mala vibra de Irma y sus abuelos
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Ya Irma comienza a azotar el oriente cubano, felizmente un poco debilitado porque sus vientos máximos sostenidos bajaron a 250 km/h y se inscribe ahora en el límite superior de un huracán categoría cuatro.
Pero desde que hizo su aparición en las cercanías de esta Isla, traía cartas de presentación bien singulares.
Por lo regular, los huracanes mantienen solo durante algunas horas su condición de categoría cinco en la escala Saffir-Simpson. Este, sin embargo, continúa portando esa temible condición hace unos tres días.
Se debe a que las aguas cálidas son el «combustible» de esos fenómenos, y el Irma ha permanecido entre aguas que poseen una temperatura que rebasa entre 0,7 y 1 grado Celsius el calor habitual. Este jueves, por ejemplo, las aguas que arremolinaba con furia poseían una temperatura de 30 grados y más.
Sucede que los huracanes necesitan que el agua esté, por lo menos, a 26 grados Celsius de temperatura, y la etapa más álgida de la temporada de huracanes en el Atlántico se apunta justamente entre mediados de agosto y mediados de octubre.
Además de calientes, las aguas en que ha estado son más profundas que lo habitual, y a eso se agrega que los vientos de gran altitud, que son aquellos que pueden ir atenuado al huracán, no son lo suficientemente fuertes para ello.
Mientras se mantuvo el martes sobre el Océano Atlántico, los vientos de 297 kph de este meteoro ya habían alcanzado récord en el Atlántico, el Caribe y el Golfo de México, porque solo el huracán Allen, en 1980, le había quitado la corona con vientos de 305 kilómetros por hora.
Maldita estirpe
Desde que empezaron a rastrearse estos meteoros vía satélite, hace unos 40 años, esta es la segunda ocasión en que se les registra vientos sostenidos de 297 kph durante más de 24 horas, indicó Philip Klotzbach, relevante meteorólogo de la Universidad de Colorado.
Con anterioridad, el satélite había detectado portando iguales características al siniestro tifón Haiyan, que en el 2013 se llevó la vida de más de seis mil personas en Filipinas.
Otros huracanes con temibles vientos fueron el Wilma, en 2005; y el Gilberto, en 1988.
Desde que en 1851 comenzó a llevarse un registro de estos fenómenos, los vientos máximos alcanzados por Irma han sido los mayores registrados en el Atlántico desde los años ochenta, junto a los de 305 kilómetros por hora del huracán Allen, el cual cruzó el Caribe, atravesó la península de Yucatán y el sur de Texas, dejando tras sí unos 269 muertos y daños multimillonarios.
A lo largo de la historia de los huracanes, el Wilma había resultado el más intenso, y el huracán San Calixto, el más mortífero. Este último tuvo lugar en 1780, también conocido como El Gran Huracán, y posiblemente sea el que mayor número de muertes ocasionó: unas 22 mil producidas al impactar contra el Caribe.
El más grande de los huracanes registrados fue hasta ahora el Sandy, que en 2012 alcanzó los mil 520 kilómetros de diámetro.
Al momento de redactar estas líneas, Irma ya había superado el récord de máxima energía generada por un huracán en 24 horas.
El experto en huracanes Kerry Emanuel, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), calcula que Irma tiene unos siete billones de watts: casi el doble de la energía de todas las bombas usadas en la Segunda Guerra Mundial.
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