Opinión: Francia votó socialista

Opinión: Francia votó socialista
Fecha de publicación: 
8 Mayo 2012
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Aunque no significa lo mismo que la toma de la Bastilla (1789) no es como el “asalto al cielo” protagonizado por la Comuna de París (1871) y ni siquiera ejerce el impacto del levantamiento de Mayo de 1968, el triunfo del Partido Socialista el pasado domingo puede influir en la historia europea incorporando matices que tirios y troyanos consideraban remitidos.

Obviamente François Hollande no intentará ni podría cambiar a Europa al estilo como lo hubieran hecho Lenin o Trotski, pero ha comenzado por desquiciarla y por liberarla de uno de los políticos más antediluvianos y antipáticos que ha soportado el Viejo Continente. Los franceses acaban de optar por un enfoque que aunque reformista cambiará las reglas del juego.

El significado del voto mayoritario por la lista socialista es la elección de la alternativa frente a la continuidad y la apuesta de las masas (no de las élites) por el cambio que no alude al sistema social, cosa impensable en el ámbito europeo donde el tránsito de una sociedad a otra nunca más asumirá la forma de ruptura sino de mutación. Una sociedad mejor llegará pero lo hará de otra manera y con otros ritmos.

La importancia del triunfo socialdemócrata en las elecciones francesas se deriva de que ocurre en el país políticamente más experimentado de Europa, cuna del pensamiento político más avanzado, incluyendo el liberalismo, el socialismo y el marxismo y escenario de los más grandes sucesos políticos de la era moderna. Se trata de una nación, que salvo el interregno de barbarie impuesto por los nazis y por los aprestos coloniales de sus elites, no se ha desmentido.

Con todo y sus enormes carencias e inconsecuencias, la Francia de De Gaulle frenó la recolonización norteamericana iniciada con el desembarco de Eisenhower por Normandía y no por los Balcanes como demandaba Stalin, profundizada con el Plan Marshall y administrada mediante el rejuego con la deuda acumulada por Europa. Al reclamar el oro francés y comprar con dólares vacios el metal, el general aguó la fiesta iniciada en Bretton Woods. En 1968 la juventud gala puso en jaque una versión del capitalismo que quiso embonar consumismo con autoritarismo y que, aunque a su aire y con su estilo, acudió a Marx.

Al sacudirse a Sarkozy Francia ha dado muestras de madurez. No son todos pero 15 millones de votos son factores legitimantes suficientemente convincentes para creer que las mejores tradiciones de lucha de los franceses están vigentes.

Aludiendo al triunfo de Hollande un comentarista de televisión afirmó que los estados de bienestar en Europa  eran “cosa del pasado” omitiendo de ese modo las realidades de países donde a pesar de la ofensiva neoliberal y de la existencia de bolsones de pobreza, gracias a las conquistas de la izquierda se mantienen altos los niveles de vida.

Haciendo honor a su condición de un pueblo políticamente evolucionado, Francia votó por el socialismo, aquel que conocen y en el cual creen, probablemente uno de los tantos posibles. La socialdemocracia gala será atacada por unos y criticada por otros, completándose así la recurrente paradoja que hace coincidir a la izquierda maximalista con la derecha. No será el primer caso.

Con finos modales, un lector cuyo juicio estimo, aludió “a mí entusiasmo por los socialistas franceses”. Lo admito. La escogencia no me resulta difícil; lo otro es la derecha y más allá una izquierda sin posibilidades reales. Comparto el credo de Lula: “En política se hace lo que se puede”. Allá nos vemos.

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