Según un editorial del periódico neoyorquino, la cifra objetivo es inventada, porque no hay tantos inmigrantes que sean delincuentes, como plantean el magnate inmobiliario y algunos de sus principales asesores en temas de inmigración.

De acuerdo con cálculos del Migration Policy Institute -agrega el NYT-, de los 11 millones de extranjeros sin autorización de residencia en Estados Unidos, unos 820 mil tienen antecedentes penales, y de ellos, cerca de 300 mil cumplen condenas por delitos y son, supuestamente, las malas personas de las que habla Trump.

Si los deporta a todos ellos y solo a ellos, sería una muestra de aplicación de la ley discrecional, ya que el multimillonario neoyorquino ha dicho que hay muchas personas fantásticas entre aquellos que no tienen papeles y a quienes se les podría permitir que se queden en Estados Unidos "después de que la frontera esté asegurada y que todo lo demás esté en condiciones normales".

Pero si persiste en la idea de deportar a los tres millones de indocumentados, tendría que arrastrar a muchas personas "increíbles" y aterrorizar a muchas más para lograr esa meta.

El NYT explica que esto requeriría de una gran aplicación de la ley federal, estatal y local, en contra de personas que no representan amenaza alguna. También significaría un aumento en las redadas en hogares y lugares de trabajo, en investigaciones y en detenciones de tránsito.

El editorial añade que al gobierno de Barack Obama le tomó ocho años deportar a 2,5 millones de inmigrantes, pero la amenaza del presidente electo plantea cumplir esa meta desde el inicio de su mandato.'Esta es la razón por lo que las comunidades de inmigrantes están tan atemorizadas.

Pero el daño no será inmediato: "él (Trump) simplemente no puede apresar a dos millones de personas en autobuses, aviones y barcos para sacarlos de aquí; primero, tendrá que meterlos en el cuello de botella que son las cortes migratorias y llenar centros de detención hasta reventar", enfatiza el editorial del Times.

Si Trump comienza una purga sin sentido -añade-, todos los sectores de la sociedad (congregaciones religiosas, fábricas, granjas, escuelas y universidades, individuos) tendrán que levantar su voz y defender a los más vulnerables. Hay que proteger a los jornaleros, quienes son las víctimas más probables de este acoso y esta vigilancia callejera.