En uno de los encuentros que la sociedad civil guantanamera desarrolla por estos días para exigir el fin del bloqueo de Estados Unidos, el Máster en Ciencias Mario Montero Campello explicó que las construcciones de esa zona militarizada obstruyen el drenaje de la cuenca formada por los ríos Guantánamo y Guaso.

La quinta parte de los suelos de ese valle se encuentran en contacto estrecho con el manto freático, por lo que las obras ingenieras de esa instalación impiden el drenaje adecuado y favorecen los procesos de salinización secundaria, en perjuicio de los rendimientos de los cultivos, reveló Montero.

Los suelos cenagosos que demarcan el perímetro fronterizo constituyen una transición de los ecosistemas terrestres y marinos, de gran interés científico y no pueden ser estudiados por la ciencia cubana, debido a la existencia de esa frontera artificial impuesta por Estados Unidos, puntualizó.

Montero, prominente investigador de esta provincia, ha dedicado muchos años de su carrera a estudiar y denunciar el impacto negativo de la base naval estadounidense en el medio ambiente.

Expertos en el tema aseguran que el deterioro ambiental comenzó desde el establecimiento inicial, cuando se desbrozó la vegetación original, más adelante con la creación de campos de tiro, espigones y aeropuertos que fueron ampliados, en detrimento del medio ambiente y de la soberanía de Cuba, recalcó.

Por su parte, José Sánchez Guerra, Presidente de la Unión de Historiadores en la provincia, expresó que la existencia de la ilegal base militar frena el desarrollo socioeconómico de esta región, porque impide la explotación de la bahía por parte de sus legítimos dueños, el pueblo cubano.

La bahía de Guantánamo es una de las mayores del país y sus características naturales como bahía de bolsa la convirtieron en una de las más codiciadas y estratégicas del Caribe insular, desde que fuera descubierta por Cristóbal Colón el 30 de abril de 1494, durante su segundo viaje al llamado Nuevo Mundo.