En Cuba, lo que bien suena, gana
especiales
Ya camina rumbo a su tercera puesta en pantalla, el próximo domingo, la segunda temporada de Sonando en Cuba, y lleva buen paso.
Aunque apenas ha comenzado esta nueva etapa del espacio televisivo competitivo, estrenado el pasado año con uno de los más altos índices de audiencia en el período, no puede dejarse para luego el reconocimiento a cuánto hace porque la música cubana más valiosa continúe sonando en Cuba.
Así quedó demostrado en la más reciente emisión del programa, donde voces muy jóvenes como las de Oscar Jesús, Yensa Mercedes y Yordan Humberto, trajeron al presente, respectivamente, Nosotros, de Pedrito Junco; Ya no me quieres, de María Greeber; y He venido, de Rolando Vergara, interpretada antológicamente por Los Zafiros.
Aun cuando, por no ser profesionales, haya habido desafinaciones, problemas al colocar la voz y administrar el aire, o al frasear; de todos modos, ya tienen el aplauso solo por el repertorio defendido.
En ello resultaron decisivos los reajustes acordados para esta segunda etapa, muchos de ellos como resultado de lo sugerido por el público, según ha declarado Paulo FG, director musical del programa y a quien debemos la idea original del mismo.
Entre las modificaciones del espacio, a diferencia de la temporada primera, esta acepta cualquier género; eso sí, de la música nacida y criada en el patio.
De todas formas, no se piense que esa es la única fortaleza —que no es poco— del programa. A pesar de los apuntes sobre problemas técnicos hechos a los concursantes por la «madrina» Haila María Mompié, vale reconocer la calidad interpretativa de varios de ellos, quienes poco tienen que envidiar a voces ya consagradas.
No menciono nombres en aras de la imparcialidad que ha de distinguir los votos finales del jurado y del público.
Porque ese es otro tanto a favor de esta nueva temporada de Sonando…, la posibilidad de que los televidentes puedan también dar su voto a los mejores. Una pena que la edad de los competidores no se incluya en el cintillo que los identifica; así, quienes no pueden ven sistemáticamente el programa, ratificarían cómo la juventud está haciendo revivir lo mejor del cancionero tradicional cubano.
Los comentarios hechos por Haila destacaron por su rigor y profesionalidad, y a la vez, por el cuidado en no lastimar a los pichones de cantante, subrayando siempre un mensaje de optimismo y confianza.
Las ocho voces ya escuchadas en el programa del pasado domingo, y, en general, los 24 concursantes seleccionados en representación de las regiones occidental, central y oriental, están evidenciando que hay un innegable talento por moldear en toda Cuba, isla musical desde sus orígenes.
Este show musical, de 10 capítulos de 45 minutos, producción de RTV Comercial, ahora bajo la dirección de Manolo Ortega, parece estarse erigiendo en el espacio de rescate de toda esa potencialidad, contra la que habitualmente ha conspirado, entre otros hándicap, el enclave geográfico.
Los señalamientos hechos por la Diva del Son devenida madrina, trascienden a sus destinatarios más directos y pueden resultar de utilidad a muchos otros aspirantes que solo se arriesgan en la ducha de su casa, e igual podrían servir de guía a otros ya en ejercicio sobre los escenarios.
No en todos los casos los vestuarios de los concursantes parecen haber sido los más acordes con sus figuras, edades y con el género que interpretaban. Tampoco la escenografía, abigarrada y un tanto incoherente, se apuntó entre los tantos a favor. Pero, aun así, esta nueva temporada de Sonando en Cuba parece desmentir aquello de «segundas partes nunca fueron buenas».
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