Cuba: ¿Bienvenidas las lluvias?
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El año 2015 finalizó con las ansiadas lluvias, celebradas por todos en diversos puntos del territorio nacional. Y los primeros días del corriente transcurren muy pasados por agua, sobre todo en la regiones occidental y central .
Se ha dicho con razón que el archipiélago vive una rara temporada invernal, con pronósticos de precipitaciones por encima de lo usual y del calor superficial terrestre, ni se diga. El fementido invierno cubano es más cálido cada vez.
Hay más, esta vez. El llamado período seco del clima cubano, que corre de noviembre a abril ya tiene las copiosas lluvias traídas por el fenómeno El Niño/Oscilación del Sur o ENOS, una anomalía meteorológica influyente no solo en la cuenca caribeña del Atlántico, sino en Las Américas y distantes regiones del planeta, en sentido general.
Ello ocurre a pesar de que se origina en las aguas del océano Pacífico ecuatorial oriental, cerca de las costas de Perú y Ecuador, con una estrecha sinergia con las altas presiones atmosféricas del Pacífico occidental, según algunos especialistas.
Lluvias cuantiosas, tormentas e inundaciones pronosticaron para regiones de este hemisferio los expertos., mientras que Australia debe esperan una severa sequía a cuenta del ENOS.
Cuba pasó casi todo el año 2015 bajo los rigores de una severa sequía, de esas de records, que ha afectado y aún lo hace sectores económicos claves como el agropecuario, el abastecimiento de agua potable, las reservas de sus presas que a nivel nacional bajaron a 36 por ciento a mediados de ese año y la merma de sus fuentes subterráneas. Y conste, son datos someros.
La temporada de lluvias, habitualmente de julio a octubre fue dramáticamente seca y la situación solo empezó a cambiar en bien a partir de octubre, pero muy lentamente.
Aunque la nación ha padecido sequías cíclicas, se conoce el papel del calentamiento global en el recrudecimiento de estos eventos. También se sabe de los programas multisectoriales en marcha al respecto.
Y aunque a estas alturas la recuperación de las reservas de aguas embalsadas es notoria –si se la compara con 2015-, al registrarse un 53 por ciento de llenado, es evidente que todavía falta mucho para lograr lo necesario para los planes socioenómicos y la vida y hasta la salud medioambiental.
Los efectos adversos de la sequía son acumulativos y costará tiempo, trabajo y empeño eliminarlos.
Hay que añadir que hay provincias como Santiago de Cuba y Las Tunas, con porcentajes de llenado sumamente bajos. En toda la región oriental, que incluye a Holguín, Granma y Guantánamo además de las ya citadas, todavía no ha llovido lo suficiente.
De modo que ese evento, El Niño, puede ser muy beneficioso desde muchos puntos de vista.
Pero, ojo. Catalogado desde el principio por la ciencia como fuerte, y de un vigor sin precedentes, a pesar de cierto tinte sensacionalista a veces usado en su descripción, es de cuidado y hay que mantener la vigilancia y las alertas.
Ya hizo estragos en diciembre, en el sector de la agricultura.
Propició la pérdida de cuantiosas hectáreas de frijoles sembradas en septiembre, como parte de la campaña de frío.
Ha dificultado la siembra de papa e hizo perder la cosecha del tomate de las habitualmente fértiles tierras de Mayabeque y Artemisa, según un reporte de una fuente autorizada del Ministerio de la Agricultura.
Un golpe realmente duro en momentos en que la nación se ha enfrascado en esfuerzos que posibiliten garantizar el abastecimiento de los mercados agropecuarios, con productos a precios justos o al menos, más bajos.
Se dice también que el exceso de humedad hace perder el dulzor a la caña de azúcar, un renglón importante en la economía cubana. Las lluvias, en cambio, han sido beneficiosas en otras áreas agrícolas y pecuarias.
Las predicciones dicen que las aguas abundantes de El Niño podrán ser muy intensas en Cuba hasta febrero o marzo.
De modo que las condiciones que ya han empezado a generarse, incluidos los perjuicios, son asunto no sólo de los meteorólogos, la Defensa Civil cuando competa y del ciudadano común, también de los organismos e instituciones de la economía y las autoridades locales.
La previsión, un mayor uso de la ciencia, el cumplimiento de los programas de enfrentamiento y mitigación, el alistamiento de recursos, la racionalidad, son vitales ante las adversidades del clima. Todos forman parte de un andamiaje que ojalá, no hay que poner totalmente a prueba.
Llegaron las lluvias, dijo una vez Louis Bromfield en su célebre novela sobre las inundaciones monzónicas de la India. Este no es el caso, pero quien sabe si, a ratos, en esta primavera pudiéramos pensar en tiempos bíblicos viendo a las nubes vaciarse sobre nosotros. Que nos suceda estando alertas y preparados.
Bienvenidas, mientras tanto.
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