ENTREVISTA: Tony Ávila, un trovador “extemporáneo”
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Si hiciéramos una encuesta de las canciones más populares en el ultimo año en Cuba, de seguro “La choza de Chacho y Chicha” sería una de las primeras. Ha estado entre lo más sonado porque todo el mundo la tararea, niños, jóvenes, ancianos.
Su autor, Tony Ávila, supo ponerle los ingredientes exactos a la música y los coros del tema; da igual si la escuchamos en la radio o vemos el video clip en la televisión porque el resultado es invariable: darnos alegría, que es el objetivo primario de toda obra musical.
Tony Ávila es un trovador matancero que ha sabido ganarse el público dentro y fuera de Cuba. Más allá de la sonrisa y el doble sentido, sus temas tienen mucho que decirnos, o más bien, que preguntarnos y hacernos pensar sobre la vida, sobre la Cuba que somos hoy.
Próximamente este trovador ofrecerá dos conciertos (uno en La Habana y otro en Cárdenas) para promover su disco “… en Tierra” (BIS MUSIC). En estos momentos está preparando su futuro álbum, con 15 temas de su autoría, y acompañado de varios artistas como Pedro Luis Ferrer, César López y Ray Fernández.
Minutos antes de un concierto, Tony conversó con Cubasí.
Ha pasado mucho tiempo desde tu disco debut “A primera vista”, de 2004 hasta hoy. ¿Qué ha sido de Tony Ávila?
Ese disco lo hice trabajando en Varadero bajo el sello In Situ de la disquera Colibrí, con la idea de venderlo al turismo. Tal vez por ese propósito no tuvo otro alcance fuera del circuito turístico.
Esa primera grabación dejó plasmado lo que yo hacía en aquel momento.
En 2007 me fui del turismo, y quedé sin trabajo, ese era mi sostén económico pero no era lo que yo quería hacer como artista.
¿Qué era lo que querías hacer?
Yo quería defender mis canciones en todo escenario posible. No es que entre los temas de aquella época y los de ahora hubiera mucha diferencia, pero era otra cosa. Las canciones mías de cuando yo era más joven eran más románticas, estéticamente más “bonitas” y puede ser que a veces los turistas no las entendieran.
¿Qué hiciste después?
Empecé a venir con más frecuencia a La Habana y daba más conciertos. Conté siempre con el apoyo de mi familia y de muchos amigos. Yo sabía que este era el mejor escenario en Cuba para proyectarme en mi país y fuera de aquí.
Desde entonces en mi camino aparecieron varios espacios para tocar como el teatro Bertolt Brecht, El Diablo Tun Tun de la Casa de la Música de Miramar, El Sauce, el Pepito´s Bar… y fuera de Cuba he viajado en América, Europa, Asia.
¿Cómo funciona tu música en lugares de idiomas y culturas tan diferentes a Cuba?
A pesar de la distancia cultural y lingüística nos ha ido bien porque el tener la credencial de ser cubanos nos abre muchas puertas. La música cubana es un terreno fértil para proyectarse en cualquier lugar del mundo, y aunque no cantemos “Son de la loma” o los temas de Silvio y Pablo, la gente nos espera.
Dentro de la música, ¿qué es lo que más te gusta hacer?
Me gusta la trova inquieta, me meto en camisas de 11 varas porque me gusta hacer música sobre lo que somos, los cambios que están ocurriendo en el país, la emigración, el racismo, nuestras propias desigualdades… haciéndolo de una manera muy positiva porque siempre creo que mañana será mejor.
Dentro de esa diversidad conceptual de las canciones, me gusta aprovechar los distintos géneros, hacemos lo mismo una guaracha, que un bossa nova o un regué, y no me lo propongo, es algo que sale solo.
¿Piensas en qué ritmo vas a cantar el tema desde que estas componiéndolo?
Creo que sí. Por ejemplo, tengo un tema que es una especie de música urbana porque habla del lugar de donde vengo, tiene un lenguaje cotidiano, con una rima poética sencilla. Cuando lo concebí salió con ritmo de regué, pero no fue una intención primaria.
La canción de Chacho y Chicha fue un boom en tu carrera, ¿qué esperabas de eso?
Como artista uno siempre tiene sus sueños y siempre se quiere que el público tenga nuestras canciones como temas de cabecera, que las usen lo mismo para bailar que para reflexionar. En realidad no esperaba que el fenómeno se diera de esa manera. Escribí esa canción como cualquier otra. Sé que no es mi mejor tema pero es muy pegajoso. Es como si la gente estuviera necesitando eso. Hasta en los niños ha sido increíble el efecto. Lo bueno es que eso ha permitido que a partir de ahí se escuche otras canciones mías que no se conocía.
Tus letras con doble sentido recuerdan mucho al Guayabero…
El Guayabero para mí siempre fue un referente musical, me encantaba su jocosidad. Mucha gente me ha comparado con él porque los dos hemos ido a la esencia de la música cubana usando la herramienta del doble sentido. Él es un clásico.
Me gusta colocar temáticas para reflexionar con las canciones, no es solo para que la gente se ría.
Tú eres graduado de Marxismo- Leninismo, algo que parece muy distante de lo que haces hoy. ¿En qué te ha influido la filosofía para hacer tus canciones?
Si yo no hubiera estudiado Filosofía mi comprensión del mundo sería otra y mis canciones, distintas. Haberme empapado de la Historia me ha ayudado a entender a la gente más cercana a mí, a tener una visión más integradora de la sociedad, incluso, la carrera me dio herramientas de comunicación, sicología y pedagogía, que las empleo mucho en mis conciertos y a la hora de sintetizar las letras que escribo.
Desde hace años estuviste muy vinculado a la Peña de los Cangrejos en Matanzas, ¿cuánto aportó ese espacio trovadoresco en tu trayectoria?
Ese proyecto fue fundamental para mí. En Cárdenas hacía falta un espacio así para la trova. Desde que estuve en esa peña me sentí como en mi casa. Allí podía cantar lo que hacía, era la oportunidad de encontrarme con el público y tener una respuesta de este. Fue una brújula. Ahí tuve la posibilidad de interactuar con trovadores como Gerardo Alfonso, Vicente Feliú, David Torrens, Frank Delgado, Raúl Torres… fue una escuela práctica y le estoy agradecido para toda la vida.
Hace unos cinco años dijiste en una entrevista que a los trovadores cubanos no se les tomaba en cuenta en los medios ni por los eventos que organizaban. ¿Cómo ves el panorama hoy?
La trova aún adolece de la difusión en los medios pero si comparamos con años anteriores hemos avanzado mucho. Tenemos programa de TV como Entre Manos, En el Mismo Lugar, y hemos ganado mucha presencia en los Premios Lucas y en el Cubadisco. Siempre queremos llegar más lejos, hay trovadores que no salen por ningún lugar y sin embargo están haciendo cosas interesantes. Algo que les falta a muchos de ellos es que no tienen grabaciones apropiadas, hechas con una disquera para llegar a los medios. Creo que deberíamos hacer un inventario de cuántos somos, qué hacemos, qué queremos decir.
¿Cómo te definirías?
Soy un trovador “extemporáneo”. Por mi edad estoy pegado a la generación de Kelvis, de Bécquer, pero otros me pueden ver como parte de la Novísima Trova, aunque ahí están los jóvenes de 20 y tantos años. Creo que no soy de un lado ni otro. Soy de la trova.
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Loiran
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