Revelaciones de WikiLeaks 2.0 serán cuatro veces el 'Cablegate' original
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Desde que estalló la nueva mega-filtración de Wikileaks, las Global Intelligence Files de Stratfor, numerosos medios de comunicación, blogueros, periodistas y hasta gobiernos se han dedicado a minusvalorar y desdeñar el valor de lo revelado hasta ahora; negar la relevancia de la CIA en la sombra y de sus actividades; advertir de que lo publicado es producto de un robo y por tanto es ilegal difundirlo; afirmar que desvelarlo incluso puede llegar a ser un peligro para la seguridad nacional de algunos países, y/o sostener que el Cablegate original de los informes del Departamento de Estado era infinitamente más interesante y amplio.
Todo eso es falso, y no porque lo diga yo, o el creador de Wikileaks, Julian Assange, sino porque a medida que aparecen temas explosivos de entre la maraña de mails de la empresa de inteligencia radicada en Austin (Texas), empiezan a reconocerlo así los medios más solventes de la prensa conservadora. La revista Fortune (la que nomina a las 500 multinacionales más poderosas del mundo) tituló "Wikileaks 2.0: ¿Ha llegado el momento de tener miedo?" un artículo que comenzaba:
"Está quedando claro que esta descarga de datos podría tener un impacto mucho mayor que la anterior publicación por Wikileaks de miles de cables diplomáticos. Aquellos cables revelaban, en su mayor parte, meros cotilleos y chismorreo banal y de bajo nivel. Pero los emails de Stratfor podrían ser explosivos para compañías, gobiernos e individuos en todo el mundo, además de para la propia Stratfor. O quizá no, pero como mínimo las primeras tandas de datos reveladas parecen bastante más interesantes".
Es curioso cómo muchos profesionales de la comunicación han menospreciado la importancia del propio hecho de que el gigante químico Dow Chemical encargase un espionaje masivo de los activistas y supervivientes del terrible accidente de la planta de Union Carbide en Bhopal por el que murieron miles de personas y decenas de miles quedaron permanentemente discapacitadas, mutiladas o afectadas por enfermedades graves. Lo peor es que hoy en día, 27 años después de aquella catástrofe, las aguas siguen emponzoñadas y los hijos de los supervivientes continúan sufriendo gravísimas secuelas. Que una de las más grandes multinacionales del planeta, escogida como patrocinadora de los Juegos Olímpicos de este verano en Londres, no haya dedicado suficiente dinero para paliar los efectos de aquella gran tragedia pero ahora contrate a servicios secretos privados para espiar a víctimas que sólo reclaman recibir atención médica adecuada "es algo totalmente malsano", como denunció Mike Bonnano, de The Yes Men, en la conferencia de prensa en Londres en la que presentamos, con Assange, las Global Intelligence Files.
Sin embargo, los medios españoles le dieron casi nula relevancia a esa noticia, que es un paradigma de cómo los imperios económicos del planeta utilizan sus ingentes recursos monetarios para violar los derechos y libertades de activistas indefensos. Como nos explicó Assange en Londres, "muestra claramente el verdadero rostro de la industria de la inteligencia privada, cómo está corrompiendo y agudizando la enorme desigualdad entre el poder de los gobiernos y las corporaciones, y el de los activistas y organizaciones no gubernamentales".
Hay, además, un odioso componente moral en ello, continuó Assange: "Lo de Stratfor es mucho peor que las peores prácticas de News of the World" (el diario británico de Murdoch que espió a personalidades y víctimas de crímenes, hasta que tuvo que cerrar), "porque soborna a informantes, funcionarios gubernamentales, periodistas y miembros del cuerpo diplomático de numerosos países. Y luego comparte sus informes con esos mismos medios, corrompiendo el flujo de información global" y colaborando en la desinformación y el engaño de la población de gran parte del mundo.
En uno de los mails de Stratfor se discute cómo transferir los fondos de los sobornos a través de cuentas en las Bahamas... y estamos hablando de mordidas en las que la compañía gasta más de 100.000 dólares al año en el pago de sus informantes (uno de ellos, codificado como Gerónimo, recibe 1.200 dólares mensuales y sólo se comunica con el vicepresidente de Stratfor para Inteligencia, Fred Burton).
La filtración también muestra las íntimas relaciones que mantiene Stratfor con los gobiernos de EEUU y de otros países. Burton fue un agente especial del Servicio Secreto Diplomático del Departamento de Estado, mientras que el fundador de la compañía (en 1996), George Friedman, mantenía estrechos vínculos con altos cargos de la Casa Blanca del presidente Bush. Ambos han creado una red de informantes que incluye topos de alto nivel hasta en el Kremlin. El exjefe del célebre servicio de inteligencia de Pakistán (ISI), Hamid Gul, conocido por financiar a los talibanes, obtuvo una suscripción gratuita de Stratfor, pese a que en el Cablegate se le vinculaba a atentados concretos. Uno de los mails revela que la compañía obtuvo materiales incautados en la casa en la que fue asesinado Osama bin Laden, lo que demuestra que cuenta con fuentes privilegiadas dentro de los círculos más cerrados del espionaje estadounidense.
Entre los clientes de esta verdadera CIA en la sombra no sólo están profesionales con suscripciones individuales de bajo coste, sino que figuran, en Estados Unidos, el Departamento de Defensa, el US Army, la US Navy y la US Marine. Además de grandes organizaciones de medios de comunicación, como la propia Thompson-Reuters, numerosas multinacionales (incluidas fabricantes de armamentos como Lockheed Martin, Northrop Grumman y Raytheon), compañías petrolíferas y gigantes financieros como Bank of America y Goldman Sachs. Hasta la Interpol está suscrita a Stratfor.
Por supuesto, esos clientes no pagan los ridículos cientos de dólares de los suscriptores individuales. Algunas cuentas corporativas, que incluyen briefings personales a sus directivos, oscilan entre los 10.000 y los 50.000 dólares anuales. Pero existe una suscripción premium de consultoría continua que asciende a 20.000 dólares al mes.
Y todo esto no ha hecho más que empezar. Los más de cinco millones de mails de estas GI Files suponen "más del cuádruple del material que hicimos público en el Cablegate", me explicaba Assange en Londres. ¿Y es producto de un robo? "No se trata de una sustracción", me argumentó el fundador de Wikileaks, "porque a Stratfor no se le ha quitado nada. Ellos siguen en posesión de todos esos mails; no les han sido sustraídos, sino sólo copiados. Y su difusión no es delito, puesto que existen sentencias en EEUU, que han sentado jurisprudencia, que eximen la divulgación de materiales obtenidos en contra de la voluntad de sus dueños, si son de interés público".
Finalmente, ¿cómo se puede alegar que su difusión puede constituir una amenaza para la seguridad nacional de cualquier país? En todo caso, lo que es un peligro para esas naciones es que se fíen de las actividades de compañías de espionaje privadas como Stratfor, que compartan con ellas su información reservada y que confíen para elaborar sus estrategias políticas y diplomáticas en empresas así, cuya incompetencia en materia de seguridad e inteligencia es absoluta, como se demuestra por el hecho de que 25 medios de comunicación de todo el mundo, incluido Público.es, tengamos acceso a todos sus secretos.
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