Pedro Pablo Pichardo: Muelles de plata, sed de oro
especiales
Hay personas que se nos clavan entre ceja y ceja, se convierten en nuestra peor pesadilla. En el caso que nos compete les puedo asegurar que la sensación de asestar una estocada cada vez q intercambian miradas es recíproca. Han desatado una rivalidad casi con tanto morbo como la que entablaron los bólidos Usain Bolt y Justin Gatlin: se trata de los triplistas Christian Taylor (Estados Unidos) y el cubano Pedro Pablo Pichardo Peralta.
Ellos dos se las ingeniaron para agenciarse las 13 mejores marcas del ranking de temporada, con los astros favoreciendo a Taylor en los dual-meet, cuatro sonrisas por dos, y victorias cruciales en el Mundial de Beijing, y el epílogo de la Liga de Diamante en Bruselas.
Amén de cualquier vendetta entre estirones, los pinchos de plata de Pichardo y su sed constante de oro, le merecieron con justicia la nominación para optar por mejor deportista individual masculino del 2015, especialmente por el hecho de que el santiaguero nacido el 30 de junio de 1993, con 1.86 metros de estatura y 75 kg de peso, se convirtió en el cuarto hombre de mejor registro en la historia con 18.08, solo superado por el británico Jonathan Edwards (18.29), el propio Taylor (18.21), y el también estadounidense Kenny Harrison (18.09).
A dicha relación, se suma el francés Teddy Tamgho (18.04), discípulo del otrora estelar saltador de longitud antillano Iván Pedroso y quien completa el selecto club de triplistas capaces de romper la mítica barrera de 18 metros.
De vuelta a Pichardo, la estabilidad la esgrimió como divisa durante toda la campaña, más allá de los escépticos que le presagiaron un declive atendiendo a su comienzo luego de borrar en el retorno tan insospechado, el fantasma de su sanción por indisciplina. Es cierto, hacia el epílogo de la temporada sus muelles no cargaron con la misma potencia, pero siempre se mantuvo en los dos primeros puestos y nunca abandonó la ruta de los 17 metros.
Abrió el 8 de mayo con 17.94 en el Estadio Panamericano, registro que pulverizó los 17.85 de Yoelbi Quesada, los cuales databan precisamente de otro día 8, pero en agosto de 1997.
Continuaría con su toque hasta el 9 de julio, cuando amparado en 17.99 recaló segundo en la parada de la Liga de Diamante de Lausana, al acecho de Taylor (18.06). Cabe destacar que entre mayo y julio Pichardo igualmente registró saltos de 18.08 (28 de mayo en La Habana) y 17.96 (4 de junio en Roma), además de exhibir seis de la decena de registros de vanguardia de la campaña, los otros cuatro marcas registradas de Taylor.
Nido de Pájaro de Beijing, sede del Mundial de atletismo. Nuevamente emergió airoso el norteamericano, con los mencionados e inalcanzables 18.21. Pichardo revestido en plata, luego de haberse coronado en los Juegos Panamericanos de Toronto (17.54).
Al ser interpelado sobre la cita del orbe recuerdo que me dijo:
“No estaba bien, es vital salir rápido de los apoyos y atacar fuerte la tabla dura. El cuerpo no me respondía, quedé abajo en los apoyos, no fue mi día. Taylor estuvo muy ajustado y lo demostró con ese último salto”. Aderezo sus palabras con la secuencia de ambos saltadores en dicho escenario:
Christian Taylor (USA):16.85-17.49-17.60-17.68-17.52-18.21.
Pedro Pablo Pichardo (CUB): 17.52-17.44-17.60-17.33-17.52-17.73.
Cruento fue el pulso que mantendría la adrenalina hasta el mismísimo epílogo de la Liga de Diamante. Al Memorial van Damme, de Bruselas, Pichardo arribó con 16 puntos, por 14 Taylor.
Las últimas dos paradas de dicha justa otorgan puntuación doble a sus ganadores, y Taylor volvió a inclinar la balanza a su favor 17.59 por 17.06.
Pichardo es uno de esos atletas que destila inconformidad cada vez que lo roza la derrota. Pasa de una conversación fluida al silencio esquivo, reacción lógica desde mi parecer, aun cuando esté consciente de que a sus 22 abriles, lo posee todo para tejer su leyenda a fuerza de esa secuencia que se compone de carrera-brinco-paso-salto. A las cuatro P les restan muchas historias aún al pie del tanque.
Añadir nuevo comentario