La medida punitiva estadounidense también se dirige a colocar todo tipo de dificultades en el camino recorrido por la nación antillana para dar pasos seguros hacia el completamiento de las capacidades necesarias en ese sector destinadas al abastecimiento de agua tanto a la población como a la agricultura para la culminación feliz de las cosechas y a la propia industria.

Estos problemas se observan, por ejemplo, en lo referente a la adquisición de polietileno de alta densidad para la fabricación de tuberías, pues se tiene que negociar créditos con apenas un año de amortización y altos intereses porque el mencionado bloqueo reduce otras posibilidades al aumentar la percepción de riesgo del país.

El informe presentado por el gobierno cubano a la Asamblea General de las Naciones Unidas deja constancia además de que esas regulaciones intervencionistas en el comercio internacional hicieron que la empresa española Sterling Sihi, proveedora de Cuba Hidráulica, cancelara la solicitud de compra de bombas destinadas a esa tarea al conocer su destino final.

Igualmente, el cargamento de cloro comprado por la isla a una empresa colombiana debió trasladarse a Cuba por un tercer país aumentando sus costos de transportación ante el temor a sanciones económicas, una permanente amenaza esgrimida por Washington.

Lo peor es que esa situación incrementó en 120 mil 950 dólares la señalada operación y puso en peligro la continuidad de la entrega de este vital producto para el tratamiento del agua de consumo humano, sin sensibilizar ello a los burócratas ocupados de imponer gigantescas multas a toda empresa dispuesta a comerciar con Cuba.

La persecución a quienes respetan los derechos establecidos por el comercio internacional es parte del trabajo de oficinas de la administración norteamericana y en el espacio de tiempo analizado por el informe cubano, esto registró un significativo aumento debido a la aplicación extraterritorial de las leyes del bloqueo.