MIRAR(NOS): Del sadomasoquismo, grados de experticidad y el cielo
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Para subir al cielo se necesita una poca de gracia y otra cosita… (Fragmento de la canción “La Bamba”)
Nunca se puede decir de esta agua no beberé. Corre uno el riesgo de caer en el descrédito cuando luego de un tiempo se descubre en aquella situación, la misma de la cual juró no pronosticaba verse envuelto.
Porque la pelota es redonda y viene en caja cuadrada, porque ya todo está escrito o, para los más escépticos, porque todos los días uno va reescribiendo su destino. El caso es que no aconsejo que reniegue de nada, incluso porque Israel Rojas (ese filósofo voz líder del dúo Buena Fe) nos advirtió que nunca dijéramos nunca.
Lo aclaro desde el principio, para que cuando lea el título no deje esta sección de lado. Aliste sus fusiles… nadie sabe con certeza quién tendrá la fuerza para derrumbar sus barricadas defensivas.
Igual puede ser que Ud crea que el tema no tiene nada que ver con su día a día pero cómo aseguraría que el mes próximo no se involucrará en una pasión desenfrenada que le haga bajar banderas y rendirse así, totalmente.
En materia de pasiones, ¿quién sabe? Jamás se podrá preestablecer un modus operandi. Aunque, lo aclaro, hasta hoy no me he visto envuelta en una relación sadomasoquista. Mañana es sábado, será otro día. Pero igual, quien escribe (y no hablo solo de mí) debe estar consciente que lo hace para un público tan heterogéneo como impredecible.
Surgido en el año 1969, el término sadomasoquismo busca puntualizar sus características y separarla de terminologías como la sumisión, el bondage y otras tantas.
Quiénes lo practican según he sabido procuran enfocarse en las sensaciones de placer, empoderamiento y control, aunque existen actividades sadomasoquistas que requieren específicamente dolor para sentir verdaderamente.
Recientemente, la película “50 Sombras de Grey” ha procurado un acercamiento a este tipo de práctica que relaciona conceptos como el dominador- y el dominado. ¿Lo habrá hecho con acierto? Mi búsqueda no cesa y encuentro las palabras de una practicante sadomasoquista: « Me asombró lo mala que es la película… las escenas sexuales fueron tan vainilla. Se trataba de Christian amarrando a Anastasia».
Muchas personas consideran que para dar más pasión a sus prácticas sexuales una vía alternativa puede ser el sadomasoquismo. Quizás ignoren que ese tipo de preferencias, con perdón de quien se ofenda, por lo general forman parte del gusto estereotipado de aquellos que tuvieron experiencias traumáticas.
No digo que en todo los casos pero algo es innegable: lo que eres hoy es resultado de tus experiencias vividas, de las enseñanzas recibidas e incluso de las veces que te equivocaste.
Como he dicho en otras oportunidades, cada cual con lo que le guste que en el sexo todo es lícito si ambas partes están de acuerdo.
Nadie que no lo haya vivido podría juzgar esta o cualquier práctica, a la Balada de Casanova de Frank Delgado y Buena Fe me remito. Hasta Cecilia Valdés y La Bella Durmiente terminaron bajando sus banderas de antaño, como ya es sabido: prefirieron el pan con salsa.
A propósito hace unos días alguien que se dio a la tarea de averiguar quién soy y me interpelaba con impaciencia (por las redes sociales) si me considero experta en menesteres de alcoba. Absolutamente no, no me considero experta.
Sin ánimos de que este espacio se convierta en una trinchera de combate respondo públicamente que no hay grados de experticidad cuando se habla de entrega. No sucede como en el ajedrez, donde tantas o más cuantas partidas ganadas terminan convirtiéndote en Gran Maestro. Absolutamente no, no me considero experta.
No obstante, en algún tipo de declaración personal o tribunal supremo, tendría que admitir que me he entregado sin límites, que he llorado de pasión y que he amado señoras y señores, de la forma humana en que puede ser tocado el cielo, absolutamente sí, lo he tocado.
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