MIRAR(NOS): Del orgasmo y otros dulces demonios

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MIRAR(NOS): Del orgasmo y otros dulces demonios
Fecha de publicación: 
26 Marzo 2015
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El mayor premio del periodista, desde mi perspectiva, se relaciona con el hecho indiscutible de cada día aprender algo nuevo. A pesar de uno mismo, aunque no lo quieras, una avalancha de información se te viene encima diariamente sin previo aviso. Como es natural se discriminan datos, pero el cerebro humano es como es y el efecto latente recepciona hasta detalles basura, mal que le asiente a tu memoria interna (la mía de 512 MB).

 

De esta suerte mi ojo avizor se concentra en concepciones  que me ayuden a conformar estas crónicas. Y en ese punto, paranoias aparte, supongo que si alguien monitorea mis motores de búsqueda se sorprenderán no tanto por lo que espero encontrar como por lo que encuentro. La World Wide Web tiene ese detalle. Como todo el mundo publica no es de extrañar que aparezcan hasta testimonios de experiencias sexuales tan detalladitas que pueden sacarle los colores a cualquiera.

 

Así me he enterado que la primera referencia al orgasmo, bibliográficamente hablando, se remonta a la Antigua Grecia. En territorio helénico al menos públicamente era un privilegio de los hombres, de hecho aquel que ayudara a su esposa en el alcance del clímax, era considerado impotente.

Un poco más adelante, en el medioevo, los tabúes en torno a lo sexual se ubicaron en la otra parte de la balanza respecto a los conceptos de moral imperantes en la época. Que una mujer siquiera mencionara la palabra orgasmo provocaba en clérigos y laicos la misma reacción que cuando se hablaba de posesión demoníaca.

 

Ya en el siglo XIX se publicaba en la literatura médica el término orgasmo femenino, incluso llegaba a describirse como un requisito indispensable para alcanzar la concepción. Diferentes latitudes acuñaron terminologías, como Francia que le llamó “la pequeña muerte”.

 

La asunción de la sexualidad, la desmitificación de la relación sexual y en consecuencia del orgasmo hizo su entrada triunfal en el siglo XX. Diferentes estudiosos explicaron procederes, desde el punto de vista más científico.

 

Entre todos los nombres pasó a la historia el de Sigmund Freud como padre del psicoanalismo, al orgasmo Freud no prestó demasiada importancia. Fue su alumno Wilhelm Reich quien investigó las capacidades humanas para llegar al clímax e incluso la función de este para nuestro organismo.

 

Porque señores, científicamente están probados los innumerables beneficios muchísimo más allá de la liberación de tensiones y el relajamiento muscular que propicia.

 

Nada nuevo debajo del Sol, hasta ahora todo lo dicho es harto conocido. Sin embargo lo que viene  a continuación quizás sí sea completamente novedoso.

¿Sabía Ud que las mujeres no distinguen diferencias entre los orgasmos del clítoris y los vaginales? ¿Es de su conocimiento que una mujer puede no llegar al clímax y eso no necesariamente está vinculado a la capacidad de su hombre o a algún problema en ella?

 

La anorgasmia, que es como se denomina este tipo de impedimento, es común tanto en hombres como en mujeres, y en el caso de ellos es preciso aclarar que no guarda ninguna relación con disfunciones eréctiles o problemas de eyaculación. La edad no tiene nada que ver aquí pues entraditas en años mis congéneres pueden “tocar el cielo”.

 

Sabido es que las mujeres somos seres bipolares que pasamos con facilidad espantosa del amor al odio, del respeto a la confianza. A la hora de la hora una mujer necesita sentirse, sobre todo, deseada. En el sexo, como en la guerra, todo vale… todo es lícito. En la medida que se conozcan, las dos partes encontrarán mayor confort aunque eso no necesariamente sea un canon inamovible.

 

Puesto que nadie es igual a nadie lo que me gusta no tiene porque gustarle a Ud que lee. Pero sí es importante que mi novio sepa lo que me gusta so pena de que me quede en primera base y pierda la oportunidad de darle la vuelta al cuadro con un homerun a las mallas.

 

Todavía existen mujeres tímidas, que apenas hablan de sexo con sus parejas cual si todavía viviéramos en el Medioevo. Con avidez buscan este tipo de crónicas en la red de redes, la abren en una esquinita de la pantalla para que nadie se entere, para que nadie las encuentre en la supuesta falta de estar actualizadas también en materia sexual. Existen, se lo aseguro.

 

Para ellas supongo que yo sería enviada a la guillotina por mi propuesta de hablar sin tapujos sobre los temas que sexualmente nos inquietan.

Cada persona es un mundo y cada maestro tiene su librito. Desde esta esquina que propicia cada viernes el portal Cubasí le invito enterrar conceptos decadentes que ya tuvieron sentido… en la época de mis tatarabuelos. Avance de acuerdo al contexto que impone esta cotidianeidad tan nuestra, situada para más señas en 2015.

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