Pregúntale a Alain o a Juana, ellos saben de música cubana
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Si mencionamos en Cuba solo el nombre de Alain Pérez muchos no sabrán de quién se trata, pero si decimos que es el bajista de Paco de Lucía, entonces unos cuantos lo sentirán más cercano, aun cuando el primero sea de esta Isla y el segundo, español.
Alain Pérez es un estelarísimo músico cubano que ha trabajado junto a leyendas de nuestra cultura como Chucho Valdés y Celia Cruz y ha recorrido el mundo con celebres artistas españoles. Además de Paco de Lucía, con quien pasó 10 años hasta su muerte en febrero pasado, Alain ha tocado con Diego El Cigala y Enrique Morente.
Su bajo ha sonado junto a los Van Van (todos sabemos que no cualquiera podía sustituir a Juan Formell) e Issac Delgado. Con este último se convirtió en director musical de su orquesta y trascendió por temas como “La sandunguita”, que tanto nos ha hecho bailar a todos.
Por estos días Alain se encuentra en La Habana para presentar su más reciente disco “Hablando con Juana” (Bis Music), el cuarto de su autoría y al decir de él mismo, es el que le hace sentir mayor plenitud.
El álbum se grabó en Madrid con músicos cubanos radicados allá, entre esos, Iván González “Melón”, Juan Munguía (ex trompeta Irakere) y algún invitado como Josemi Carmona de Ketama, en la guitarra flamenca. Todos los temas son del padre de Alain, Gradelio Pérez y la música y arreglos van por cuenta de nuestro bajista.
Cubasí conversó con Alain en vísperas de un concierto en el que este también percusionista, pianista, cantante, compositor y arreglista que nació en Manaca Iznaga, se reencontró una vez más con su querido público cubano.
Durante la charla no faltó la sonrisa de Alain ni su ingenio para improvisar, y sobre una silla tocó como si estuviera haciendo sonar los tambores.
“Hablando con Juana” tiene un título muy coloquial, suena a Cuba. ¿Era una intención atraer especialmente la mirada del público cubano? ¿Qué vamos a encontrar aquí?
“Hablando con Juana” es el título de una de las canciones del álbum. Juana es un nombre común, es un personaje típico de Latinoamérica, de nuestra idiosincrasia. Es el chiste, el chisme, estar en la calle, en la última…
Este es un disco de música cubana contemporánea: salsa, timba… y en él rescato géneros emblemáticos como el son y el bolero, que en mi opinión se están perdiendo cada vez más de los discos de música popular bailable. Al margen de los sextetos y Adalberto Álvarez es difícil que alguien grabe temas de este tipo.
El disco va dirigido a Cuba, a Latinoamérica y al mundo entero y es el volumen que he podido hacer más a plenitud, con más confianza, es lo que estaba buscando hace años.
Es un disco para el bailador entonces…
Para el bailador y para escuchar también. Hay de todo, tiene una tímbrica y una armonía diferente que, en mi opinión, refresca lo que está sonando ahora mismo en Cuba y en la salsa de forma general. Creo que la salsa necesita primavera.
Has estado mucho tiempo trabajando fuera de Cuba, ¿cómo crees que te ve el público cubano?
Más que el público cubano a mí me ven los músicos cubanos. Para el público ahora mismo soy casi desconocido, precisamente por tanto tiempo que he pasado trabajando fuera, 16 años. En los últimos 10 estuve cien por ciento con Paco de Lucía y a él le di la prioridad porque era algo muy grande para mí ser parte de su grupo. Le dimos la vuelta al mundo y una de las últimas cosas que hicimos fue aquí en Cuba, en el Festival de Leo Brouwer en 2013.
El maestro se fue, pero me dejó su bendición. Celia Cruz también se fue y me dejó su bendición. El maestro Chucho está aún con nosotros, él fue mi mentor, mi carrera empezó con su grupo. De hecho Chucho me dedicó unas palabras muy lindas en el mi disco, con las que recuerda ese momento en que él me llevó a trabajar con Irakere.
Entonces este disco y los conciertos en la Isla son una manera de reinsertarte en la escena y en el mercado musical cubanos…
Yo nunca me he ido porque mi música ha estado sonando a través de Issac Delgado y otros. Yo no diría reinsertarme sino darme a conocer como solista y cantante definitivamente, pues he trabajado más como arreglista y productor. Mi música ha llegado a Cuba a buchitos, este es el momento en que Alain estalla como solista para ser el artista que siempre fue, y humildemente quiero compartir eso con mi gente y mi tierra.
Todo el tiempo que he permanecido en el extranjero ha sido defendiendo la música cubana, sus raíces, su evolución. No podemos perder la matriz. Cuando venía hacia acá estaba cantando y me decía “si yo tuve a Arsenio Rodríguez, a Carlos Embale, a Benny Moré… cómo me dices ahora que no sabes”.
La primicia del disco la tiene Cuba, quería que fuera aquí, quería venir darle un beso a mi madre y cantar para todo el mundo. En las próximas semanas presentaré el disco en Madrid y Sevilla. Pienso ir y venir, por mi felicidad y por la música cubana.
¿Ahora que Paco no está abandonas el flamenco?
El flamenco es ya parte de mi vida, de mi sentir, de mi lenguaje. Yo no puedo dejar el flamenco. En “Hablando con Juana” hay armonías y texturas que son influencia del flamenco.
Mi carrera como bajista tampoco la dejaré pues con este instrumento llegué a un nivel en el que puedo expresar cosas bonitas.
¿Cómo crees que eras visto por los españoles haciendo flamenco junto a Paco de Lucía, que era una leyenda del género?
Te diré que mi nombre dentro del folclor español es un referente en España y en el mundo entero. Te lo digo con humildad y respeto.
Para hacer flamenco hay que saber escuchar. El flamenco es pasional, profundo, la verdad tiene que estar en él por encima de todo. Yo me entregué con todo mi corazón y ellos me aceptaron como tal.
¿Eres tú también tan pasional como el flamenco?
Sí, parece que no, pero cada vez soy más sentimental y espiritual. La música me llena de emociones y estados de ánimo. Me transporta a lugares desconocidos.
¿Cuando hablas de dejar la verdad plasmada en la música, quiere decir que desnudas tu alma?
Sí, eso se logra siendo sincero y feliz con uno mismo en las diferentes etapas de la vida.
¿Y hay por ahí alguna veta oculta? Por tu pelo pareces rockero.
(Risas) Eso me dicen por ahí, pero en realidad el pelo largo se lo debo a mi primo Glauber, que ya murió. Él me aconsejó, cuando yo pensaba entrar a la escuela de arte, dejármelo largo. Él sí era rockero y pintor. Y me lo dejé largo.
Trabajar con Chucho, Celia Cruz, Issac, Paco de Lucía… es el resultado de algo mayor a la suerte, ¿cómo llegaste a ellos?
La suerte ayuda, pero más que eso hay rigor, pasión y disciplina de muchos años. Desde los 9 años estaba fuera de mi casa haciendo música porque eso era lo que yo quería y de Manaca Iznaga me fui a Cienfuegos a tocar con un grupo de niños que se llamaba Cielito Lindo. Desde ese día hasta hoy yo sigo sintiendo lo mismo por la música y más. El compromiso es mayor, es algo que me sobrepasa.
El querer hacer algo y mi amor profundo por la música me han permitido estar cerca de grandes que también comparten ese sentimiento.
¿Qué aprendiste de esos grandes?
La parte musical de estos genios todo el mundo la conoce. Lo más importante que yo destaco es la persona como tal. Músicos buenos hay muchos, pero si combinas las dos cosas te lo van a agradecer la historia y el pueblo.
La versatilidad es algo que debe ir intrínseco a un artista, pero en ti, este término supone un grado mayor porque tú has abarcado muchos géneros (jazz, flamenco, salsa) y has trabajado con orquestas muy diferentes. ¿Cómo qué te gustaría que te identificaran, como el director de Issac y Celia cruz, el bajista de Paco de Lucía…?
Como Alain Pérez, el músico cubano.
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