Miami-Dade: ¿Bibliotecas a la horca?
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Ello ha significado entre otros aprietos reducción de personal y de horarios de servicios a un público que incluye niños.
Más de una vez el tema bibliotecario ha sido explotado allí como chantaje indirecto para aplicar decisiones oficiales.
Este martes a sus habitantes les asomaron una nueva amenaza: aceptan otro impuesto a la propiedad o les cierran bibliotecas.
Al mismo tiempo, el alcalde del condado, Carlos Jiménez, prometió suavizar los despidos masivos si disminuyen en un 15 por ciento el monto del seguro médico que pagan a sus trabajadores.
De cumplirse esa condición –dijo- no tendremos que subir impuestos ni recortar el número de policías, “y mantendremos abiertas las bibliotecas”.
Si alguien deseara tener una idea sobre hondas dificultades que viven muchos floridanos baste recordar la situación de sus bibliotecas.
Por ejemplo, el pasado 19 de marzo el Nuevo Herald comentó en Miami:
“Acosado por recortes de impuestos, el mayor sistema de bibliotecas de la Florida ya no puede comprar ni por asomo el número de libros para niños que compraba antes”.
Según una investigación efectuada en 2012 por Library Journal, ese tipo de centro para más de un millón de lectores gasta al año unos 600 000 dólares en libros infantiles.
Sin embargo, Miami-Dade, con una inmensa cantidad de usuarios entre sus más de dos millones de habitantes, tiene un presupuesto menor para el mismo fin.
Quizás por eso, otro estudio, de la Consultoría Godfrey´s Associates, opinó que el sistema de bibliotecas en Miami-Dade “está subutilizado y sub financiado”.
Un pronunciamiento de la directora de Títulos Infantiles de esas instituciones culturales, Elizabeth Pearson, así lo ratificó.
“No nos gusta prestar un libro que dice a los niños que pueden colorear las páginas”.
“Pero lo hacemos”, subrayó, porque ese podría ser el único ejemplar de Cat in the Hat (el gato en el sombrero) que tiene esa biblioteca”.
Solo una pequeña muestra, pero vitrina del tan pregonado modo de vida norteamericano que tratan de regar por el mundo.
Exactamente cuando macizas señales internacionales parecen adelantar trascendentales movidas sobre el tablero que nos circunda.
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