Cambios en la estrategia subversiva EEUU-Cuba
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Una estrategia de manual en el periplo de la Guerra Fría fue el desarrollo de transmisiones radiales subversivas, sobre todo en Europa, donde se hallaba el bloque socialista y Radio Netherland lideró el proceso. Más tarde, según cambiaban los tiempos, se incorporarían las transmisiones de televisión, más efectivas, pero también más vulnerables a bloqueos. Estas se han hecho violando los preceptos legales de los Organismos internacionales de los cuales la mayoría de las naciones que emiten las transmisiones son firmantes, aunque para ello se alegan declamatorias razones de libertad de expresión. Cuba, a partir de 1962, fecha en que se instaura oficialmente el bloqueo económico, comercial y financiero a la Isla, ha sido objeto de un constante bombardeo radial y se intentó, sin éxito, introducir un canal subversivo en el país: TV Martí, sucedáneo de Radio Martí.
El fracaso inmediato de esta televisora llevó a los organizadores de la subversión injerencista a probar sucesivas variantes, hasta arribar al avión Gulfstream-1, llamado «Aero Martí», que se incorporara en agosto de 2006. Esta intentona costó 35,67 millones de dólares, de acuerdo con los datos que ofrece un recién desclasificado informe de la Oficina del Inspector General del Departamento de Estado (OCB en sus siglas en inglés). Pero los cambios tecnológicos que globalizan hoy la información hacen obsoletos y excesivamente costosos muchos de los métodos del siglo XX. De ahí que, por fin, y siguiendo la ruta del dinero, como es habitual en la política estadounidense, la estrategia del avión quedara eliminada, aunque sin mucho ruido, contrario a lo que pasara con el desvío de fondos relacionados con el proyecto subversivo Zunzuneo, financiado a través de la USAID.
Las noticias que divulgaban la imagen acusatoria del senador Patrick J. Leahy frente al deliberadamente ignorante, y hasta contrito, director de la USAID, Rajiv Shah, considerablemente potenciadas por la Associated Press, no eran, en realidad, una muestra de la proclamada democracia ni, siquiera, un gesto digno a favor del control de las finanzas que del contribuyente se reciben, sino un show que buscaba potenciar los recortes que los tiempos imponen y la puesta en marcha de nuevos derroteros en la estrategia subversiva de los Estados Unidos hacia Cuba. El propio informe de la OCB lo hace explícito y revela que se trata de un programa en activo, destinado a invadir los instrumentos que hoy usan los cubanos como redes de comunicación espontánea y natural: teléfonos móviles, reproductores de vídeo y computadoras. La subversión busca un cambio de instrumentación y, sobre todo, un desprendimiento de los viejos agentes que durante tanto tiempo han fracasado. Y no lo busca como proposición, sino como experimento concreto, objetivamente en marcha.
El último de los escenarios de invasión es, justamente, el llamado «paquete», donde se emiten cientos de gigabits que no pretenden ser políticos ni subversivos, sino solamente de entretenimiento. Es el mismo principio de la reproducción de noticias que invadieron las direcciones de correo y los celulares en el experimento Zunzuneo. Por eso, en el «paquete» llegan, en efecto, valiosos productos culturales que, navegando trabajosamente por ganar un espacio en la descarga inmediata, suelen naufragar para dejar la pista a aquello que la industria cultural potencia y beneficia con una intención ideológica concreta.
La desactivación del avión «Aero Martí» es historia pasada que por su propio peso vino abajo. Pero los fondos, y la estrategia subversiva, se ramifican a través de nuevas tácticas que no pueden ser evaluadas con los mismos patrones usados para la vieja subversión, aunque estos sean, en efecto, nuevos capítulos de la larga y continua guerra de injerencia.
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