USA-Elecciones 2016: ¿De nuevo al fango?
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En el muy turbio ambiente político de Washington se especula sobre la posibilidad de que ella sea la candidata presidencial demócrata en el 2016.
Bastó para que sus adversarios del Partido Republicano lanzaran contra ella una feroz y múltiple andanada de ataques personales y políticos.
De esas filas, comentó EFE desde Madrid, proceden ahora la insistencia en su edad (66 años), fallas cuando fue Secretaria de Estado, su condición de exprimera dama y defensora de temas sociales, así como, ahora, su salud.
Según una periodista de esa agencia estatal, Cristina García Casado, los republicanos escrutan la vida de Hillary en busca de cualquier señal que la roce.
“Solo es el principio”, advirtió su esposo y expresidente William Clinton, luego que un conocido estratega del bando contrario puso en dudas la situación de su salud.
Se trata de Karl Rove, para algunos “el cerebro gris” de las victorias electorales de George W. Bush, y quien, según The New York Post, afirmó que Hillary tiene “daños cerebrales”.
Rove los valoró como una supuesta derivación del golpe que tuvo en la cabeza y el coágulo sufrido a finales de 2012.
Como sus palabras originaron revuelo, el exasesor principal de W. Bush las desmintió, aunque, previno, si Clinton aspira a la presidencia, tendrá que dar explicaciones.
Analistas consideran que el supuesto malentendido fue otra de sus intrigas para menoscabar la figura política mejor situada en los sondeos, Hillary.
¿Quién es Karl Rove? Fue el más importante consejero de W. Bush, clave para su elección como gobernador de Texas, primero, y como presidente después.
Le han llamado el Goebbels de Bush, en alusión a una de las principales figuras del régimen fascista de Adolfo Hitler.
Su enorme influencia en la prensa estadounidense le ha permitido esquivar entrevistas y ejecutar maquinaciones desde las sombras.
Carente en lo absoluto de ética y con probada astucia para destruir a los enemigos políticos, ganó la admiración de George Bush (padre), quien a su vez lo relacionó con su hijo W.
En sintonía con esos antecedentes, ya le manipularon a Hillary Clinton una sostenida enfermedad estomacal, así como su famoso desmayo, el golpe en la cabeza y el ingreso de tres días para tratarle un coágulo.
Uno de los que ha salido en su defensa es William Clinton, a pesar de que los republicanos asoman otra vez el chantaje de sus amores con Mónica Lewinsky.
El expresidente declaró con ironía que, si Hillary tiene daños cerebrales, “entonces yo debo estar realmente en baja forma, porque ella sigue siendo más rápida que yo”.
También se escuchan pronunciamientos contra su edad, bajo el pretexto de que, si ganara en 2016, llegaría a la presidencia con casi 69 años, igual que Ronald Reagan tres décadas atrás.
Ahora el bando más belicoso de los republicanos se afana en incrementar la presión sobre la ex Secretaria de Estado de Obama.
Ella ha prometido anunciar en lo que resta de año si competirá de nuevo, o no, por asumir la candidatura del Partido Demócrata.
¿Significado de ese espectáculo? Otro ejemplo formidable del gradual desmoronamiento que experimenta —sin esperanza de vindicación— el sistema electoral de Estados Unidos.
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