OPINIÓN: El cuento del gato
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"Estás como el cuento del gato...", me ha dicho mi abuela. Puede ser. "Protestas porque quieres que se tomen medidas y cuando las toman, protestas igual". ¿Me estaré volviendo una vieja protestona?
Pero es que me pregunto qué hubiera pasado si Freddy Asiel no hubiera sido tan ágil y se agachara a tiempo; probablemente Ramón Lunar tuviera hoy el rostro intacto y Villa Clara entera estuviera velando por la salud del pitcher que fue agredido por un batazo en la cabeza. Ah, y agredido por "uno ahí" que no era protagonista de nada y sintió la necesidad de salir a "hacer justicia".
Si bien es cierto que para algunos fue fuerte la medida para Freddy, puedo entenderla por cuanto es un atleta estelar que debe dar ejemplo, y en realidad, sobran los pelotazos cuando un lanzador como él puede dominar perfectamente a ese equipo sin necesidad de ellos. Lo que sí no entiendo es que Demis Valdés lleve solo un año de sanción, cuando hay un pelotero suturado en el hospital por sus "instintos justicieros" y que para todo el mundo es obvio que pudo ser peor (un año fuera no significa nada para el dolor y el susto de Ramón Lunar...).
Por otra parte, esperaba que los mentores Ramón Moré y Víctor Mesa fueran amonestados y no merecedores solamente de "¡alerta!". Está claro que Víctor advirtió a De Paula, pero no me explico cómo fue posible que sus peloteros no hubieran tenido igualmente un llamado de atención por él ante cualquier circunstancia que ya él mismo había previsto. Demis Valdés tuvo la "mala suerte" de no tener cerca a alguien -entrenador o compañero- que lo aconsejara bien; pero bueno, si se porta como debe, podrá volver a jugar pelota, aunque Lunar hubiera perdido los dientes. Y lo de Lunar fue un accidente porque estaba en el momento y en el lugar equivocado, no era para él el batazo (menos mal). Pero me pregunto si otro pelotero, otro día, no sacará la cuenta de que golpear con un bate le costará solamente un año de sanción y se lance como un loco al terreno -aun sin tener él "vela en el entierro"- y que otro también deduzca que no debe meterse a desapartar una pelea porque le toca el golpe ajeno y puede quedar como "accidente".
Moré tenía que estar también atento a la tensión que iba tomando el juego y exigir disciplina deportiva ante la pasividad del umpire. Por esperar a que fuese otro y no él quien apaciguara los ánimos o el "descontrol" de Freddy, también perdió; dio cordel, y ahora se quedó sin su mejor lanzador, y sin su tercer bate por unos cuantos días, y con la tremenda vergüenza de haber tenido a sus muchachos en una situación como esa.
Claro, obvio que a De Paula el juego se le iba, se le iba, se le iba... hasta que se le fue.
Todos: De Paula, Víctor y Moré son responsables de la disciplina en el juego y de sus muchachos. Y no cumplieron, porque si vamos a contemplar cómo se manifiesta el "compañerismo" en un equipo con bolazos y batazos, tendremos que preparanos para un circo y no para un juego de pelota.
Al final, fueron solo 3 los verdaderamente sancionados; unos con más severidad que otro.
Sin exigir una medida brutal y desgarradora por una tonta necesidad de que la sangre llegue al río, creo que en realidad esas medidas tampoco son lo que debieron, porque, simplemente, una estrella equivocada y un agresor desmedido tuvieron a la larga casi la misma consideración. Y no se pensó en que no fuimos testigos por televisión de una tragedia por obra y gracia de la mismísima suerte.
Y la culpa, la maldita culpa... La indisciplina social es algo que trasciende hoy los límites de un estadio de béisbol, es cierto....Es cierto que esos jóvenes que se visten de peloteros forman parte de un contexto, de un país con características particulares y situaciones económicas complejas. No obstante, la jurisdicción de la Comisión está dentro de los límites del estadio y por tanto, vale el análisis general pero se impone también el particular, porque de alguna manera habrá que lograr el orden.
Extraño mucho mis otras Series Nacionales, las que tenían más rivalidad y calidad, y menos guapería barata. Las que podrían tener algún problema de disciplina, pero la generalidad era demostrar "cosas" con un buen ponche o con un cuadrangular.
Este acto de violencia -porque lo fue- no se cortó de raíz. Casi se llega, pero no... Como ha pasado últimamente en la pelota: ante indisciplinas con medias largas, los pantalones se nos quedan cortos.
Recuerdo ahora que en una reunión importante con personas importantes, de momento un funcionario me dijo: "¿usted se sabe el cuento del gato?".
En fin, definitivamente, la del problemita debo ser yo.
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