Alimentado a la fuerza frente a la Casa Blanca, protesta contra Guantánamo
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Escuálido tras 61 días de ayuno, Andrés Thomas Conteris, sentado sobre una silla y vestido con un mameluco naranja, se dejó atar y entubar por la nariz para ser alimentado como 27 de los 30 detenidos en huelga de hambre que contabilizaron el viernes las autoridades del centro de detención de Guantánamo.
«Es como una agonía sin fin», declaró el militante, mientras la sustancia nutritiva corría por la sonda nasogástrica, «cada palabra es dolorosa, cada movimiento es doloroso, es como si me ahogara».
«Presidente (Barack) Obama, detenga esta tortura, usted tiene el poder, ni tiene por qué esperar al Congreso, usted es el Comandante en Jefe», gritó mientras seguía entubado.
«Esta Casa Blanca es una casa podrida, porque practica la tortura a diario», lanzó el activista al señalar la residencia presidencial, donde no se encontraba Obama, dado que estaba este viernes en Rusia.
Conteris, que perdió 22 kilos, pidió al medio centenar de manifestantes que lo rodeaban que «aceleren su resistencia, hagan presión sobre el presidente Obama» para «poner fin a esta locura».
El médico que lo entubó, así como una enfermera de la asociación Nurses Against Torture, afirmaron que la sonda utilizada era dos veces más pequeña que en Guantánamo.
Aquella que mostraron las autoridades militares durante una reciente visita en Guantánamo era en realidad mucho más fina que la sonda introducida el viernes por la nariz de Andrés Conteris.
El militante subrayó que llevaba adelante esta huelga de hambre en solidaridad con los presos de Guantánamo que denuncian su detención ilimitada, sin inculpación ni juicio. Sin embargo, afirmó que no empezaría de nuevo esta acción demasiado dolorosa.
«Es hora de hacer visible una tortura que ocurre en la oscuridad», lanzó poco antes de haber sido alimentado. «Esto no debería ser una tortura si fuera consensuado», pero los detenidos no quieren ser alimentados, asegura: «Déjelos morir, presidente Obama, o libérelos».
Tres de los 164 hombres todavía detenidos en Guantánamo denunciaron este procedimiento, que consideran una tortura, ante la justicia federal, y reclamaron ante una corte de apelaciones que fuera prohibido.
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