El titubeante legado de Obama
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La controvertida declaración del presidente Obama alegando que el gobierno sirio utilizó armas químicas y por consiguiente, cruzó su “línea roja” es significativa. Y es así si tomamos en cuenta que aquello que siga a Siria, y al Medio Oriente, determinará cómo será juzgada la presidencia de Obama en última instancia. Las primeras armas pesadas ya llegaron a la primera línea rebelde en Alepo. La decisión de Obama socava a la Naciones Unidas y su muy anunciada idea de una diplomacia multilateral. Ha reducido las oportunidades de éxito en Ginebra, luego de que el presidente Putin expresara su férrea determinación en la conferencia cumbre del G8 de no ceder a las demandas de Occidente que desean la destitución del presidente Bashar al-Assad como parte de la solución al conflicto sirio.
Es la segunda vez en los últimos meses que la diplomacia sufre un revés de esa magnitud por causa de un inoportuno anuncio de Washington. En agosto pasado, los medios estadounidenses sacaron a la luz, citando a funcionarios que no quisieron revelar su identidad, que Obama había firmado una orden secreta para suministrar armas —que incluyen misiles portátiles aire-tierra— a las fuerzas rebeldes. Esto provocó la renuncia del enviado especial Kofi Annan, ex Secretario General de las ONU, quien lideraba las tentativas y esfuerzos de paz para terminar con el conflicto sirio. Ya advertí en su momento que la primera víctima de la orden secreta de Obama era la diplomacia y la repentina renuncia de Kofi Annan. Lakhdar Brahimi, un diplomático de respeto argelino, sucedió a Annan. Y ahora Obama lo vuelve a hacer. Su declaración elimina todo resquicio de posible paz en Siria.
En primer lugar, decir que Rusia armó a las fuerzas armadas de Assad con misiles S-300. Hasta hace unos meses, las fuerzas de la oposición estaban compuestas por combatientes sirios y extranjeros, que incluían a la temida Nusra Front, que estaba en ascenso, llegando a derribar a un avión sirio con total impunidad. Estos éxitos se alcanzaron gracias a los misiles estadounidenses que entraron vía Turquía, como parte del armamento financiado por Arabia Saudita y Catar. La ayuda de Irán y la entrada de Hizbolá para luchar al lado de las fuerzas del gobierno sirio han resultado decisivas para revertir el balance de las fuerzas sobre el terreno. La ayuda de Rusia al sistema aéreo sirio significa una mayor protección a la fuerza aérea de Assad.
En duras palabras, el presidente Putin le dijo al anfitrión del G8, el Primer Ministro David Cameron que “uno no necesita apoyar a personas que no solo asesinan a sus enemigos, sino que abren sus cuerpos y comen sus intestinos delante de las cámaras para que lo vea todo el mundo…Esto creo que tiene muy poca relación con los valores humanitarios que Europa ha pregonado por miles de años.”
Siria e Irán permanecen rodeados por la poderosa alianza de países árabes, y los medios occidentales y de la región muestran de Damasco y Teherán como países monstruosos. Arabia Saudita, Catar, y otros estados del Golfo, Turquía, la Unión Europea, los Estados Unidos y Canadá se han posicionado contra Assad. Su gobierno fue excluido del bloque Sunita en la Liga Árabe en 2011, aunque sigue siendo miembro de la ONU. El presidente Putin, al justificar la ayuda militar al gobierno sirio, aseveró que el Kremlin enviaba estas provisiones según contratos firmados desde hacía años.
Mientras la carnicería a gran escala continúa, existe un estancamiento en la diplomacia. En el Reino Unido, tanto Cameron como el ministro de Relaciones Exteriores William Hague han insistido en armar a los rebeldes, con una posible intervención como ocurrió en Libia con todo el poder aéreo y las fuerzas especiales sobre el terreno. Sin embargo, la población británica no está de acuerdo con otra intervención luego de algunas desafortunadas aventuras en Irak, Afganistán, y la ilícita operación en Libia donde derrocaron y asesinaron brutalmente a Gadafi, y los continuos errores cometidos por más de una década de “guerra contra el terrorismo” en las administraciones de George W. Bush y Barack Obama.
El arte del giro político y el engaño no es nuevo, pero ha alcanzado dimensiones insospechadas en la administración de Obama. Con su base ética invocando a Gandhi y Nelson Mandela en harapos, su verdadera naturaleza está aún por ver. El presidente estadounidense viajó a Europa, en primer lugar para participar en la cumbre del G8, con la credibilidad de su gobierno en tela de juicio luego de las filtraciones hechas por Edward Snowden referentes a la red de vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional sobre gobiernos y ciudadanos amigos, con la ayuda del centro de escucha de la inteligencia británica GCHQ.
El ambiente para Obama en esta nueva gira europea era esta vez más frío. En su país, él había dicho a sus compatriotas que no debían preocuparse por la vigilancia de sus correos electrónicos y llamadas telefónicas —esa vigilancia estaba dirigida a otros en la guerra de los EE.UU contra el terrorismo. El efecto de sus palabras fue negativo, pues incrementó la rabia en otros países.
La canciller alemana Angela Merkel le recordó ásperamente que los alemanes comparaban el espionaje estadounidense con aquel de la Gestapo en la época de Hitler, o de Stasi en la comunista Alemania Oriental. Preguntas incómodas fueron hechas por la Merkel en conversaciones privadas. Así y todo, Obama monopolizó la rueda de prensa conjunta en un gesto de poca cortesía y dio una extensa explicación sobre la vigilancia mundial de los EE.UU.
La furia particular del presidente Putin solo se puede imaginar, pues al llegar a la cumbre del G8, explicó su intransigente postura. Pues él cree que estuvo siendo espiado, así como su predecesor y actual número 2 del Kremlin, Dmitry Medvedev, y junto a ellos, otra buena cantidad de líderes invitados a las conferencias del G20 in Londres, como revelara The Guardian. El rotativo también publicó que la agencia de inteligencia británica GCHQ interceptó casi 600 millones de correos electrónicos, llamadas telefónicas y entradas de internet al acceder de manera secreta a la red de telecomunicaciones mundial. Los ministros alemanes están furiosos, y describen las actividades de la GCHQ como “catastróficas”.
A raíz de la salida a la luz del asunto Snowden y las acusaciones por Siria en la cumbre del G8, el presidente Obama y sus aliados británicos y franceses necesitaban a toda costa un triunfo en el campo de las relaciones públicas. Por eso, al concluir la cumbre del G8, el gobierno estadounidense anunció un diálogo directo con los Talibanes de Afganistán en Catar. Los analistas de seguridad favorables a Washington fueron a los canales de televisión para explicar las virtudes de las conversaciones de la capital catari de Doha, donde se le ha permitido a los talibanes abrir un Buró Diplomático del Emirato de Afganistán.
El anuncio de Washington tomó por sorpresa al presidente afgano Hamid Karzai, quien fue escogido precisamente por los EE.UU. La decisión estadounidense de sostener conversaciones directas con los talibanes dejó petrificado al jefe de estado constitucional. Karzai se enfureció y rompió todas las conversaciones con Washington (sobre las bases militares que deberían permanecer en territorio afgano luego de la retirada de las tropas de EE.UU. para finales de 2014).
Al anunciar las negociaciones directas, la administración Obama quizá esperaba que los Talibanes suavizaran sus ataques contra las tropas extranjeras a medida que se aceleraba la retirada de Afganistán. En solo cuestión de horas, el aeropuerto de Bagram cerca de Kabul fue atacado por cohetes talibanes, matando a cuatro soldados estadounidenses. Los ataques han continuado.
Barack Obama desempeña hoy un papel muy triste comparado con aquel joven senador idealista que ganó la carrera por la presidencia del 2008 y que prometía acabar con las guerras de EE.UU en el exterior, a la vez que restablecía la sociedad civil en su país. Su administración se ha caracterizado por el belicismo, las maniobras legales diseñadas para irrespetar la constitución y las libertades veneradas, las leyes internacionales. Y la presidencia que comenzó con signos de esperanzas parece que acabará en un legado de decepción y titubeos. Su EE.UU puede asesinar personas en el mundo entero. No puede inspirar.
Tomado de: http://www.counterpunch.org/2013/06/24/obamas-faltering-legacy/
Traducido por: Sergio A. Paneque Díaz / Cubasi
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