Alexander Ramos: “Sí, me machacaron”

Alexander Ramos: “Sí, me machacaron”
Fecha de publicación: 
12 Mayo 2013
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No tenía quizás la espectacularidad de Anglada, tampoco el pivoteo de Urquiola o Padilla, ni la integralidad de Pacheco, sin embargo, Alexander Ramos jugó por 18 campañas la segunda base del equipo Isla de la Juventud y nunca pasó desapercibido por la afición beisbolera, a pesar de que pocas veces integró una selección nacional.

Sentado en la sala de su casa, el actual entrenador de la selección pinera accedió a revelar buena parte de su vida, más allá del hecho puntual que lo hizo inmortal en la pelota cubana: haber jugado 1112 partidos seguidos, algo que se dice fácil pero representan casi una década deportiva sin faltar al terreno.

Con solo 7 años, Alexander Ramos pisó por vez primera un terreno de béisbol, El Mambú, en Nueva Gerona, territorio del que no se puede separar nunca su corazón, aunque ha jugado por la camiseta de otros conjuntos en certámenes nacionales (Matanzas, Pinar del Río y Camagüey) y ha prestado colaboración técnica en Italia y Japón.

 
Sus entrenadores iniciales José Pérez y Cecilio Soto nunca le impusieron una posición específica, él pidió jugar la intermedia y jamás la cambiaría. Excelente conversador y amante de las novelas, su testimonio emociona por la sinceridad y las enseñanzas, entre ellas, las tantas veces que lo macharon a la hora de vestir el uniforme del equipo Cuba, aunque nunca se dio por vencido.

“El equipo de la Isla de la Juventud no tenía tradición en la Serie Nacional cuando era niño, pero me gustaba ver a Juan Carlos Calvo, Reinaldo Herrera, Pablo Pérez, Silvio Montes, Pedro Pérez, Jorge Tamayo, entre otros, quienes años más tarde fueron mis entrenadores. Siempre iba al estadio, sobre todo si jugaban contra Industriales y Santiago de Cuba.

“Desde las categorías infantiles elegí esa posición, quizás porque defendía bastante bien, aunque no voy a negar que los nombres de Urquiola y Anglada eran muy mencionados entonces y puede haber influido. En la etapa juvenil estuve en dos preselecciones nacionales, pero había grandes peloteros y nunca integré un equipo Cuba juvenil a un torneo internacional. Sin embargo, no me desmotivé, seguí luchando”.

Casi con una memoria fotográfica, Alexander Ramos recordó su debut en Series Nacionales. “El equipo era sotanero y me pusieron de primer bate contra La Habana en el Estadio de San José de las Lajas. Me ponché la primera vez al bate y dí tubey en la segunda oportunidad (mi primer hit en Series Nacionales), todo frente al zurdo Luis Javier Rodríguez. Ese año (1988) fui elegido el novato de la Serie”.

Su hazaña más grande e impresionante en el deporte fue otro punto obligado en sus palabras. “Siempre he tenido mucha voluntad de jugar, de salir dispuesto al terreno. Pero la constancia tiene que ser proporcional al rendimiento porque ningún mánager te pone a jugar solo por simpatía o para cuidarte un récord. La cadena de partidos consecutivos jugando empezó en 1994 y se extendió por 10 años.

“Tuve dos momentos difíciles que pusieron en peligro el récord. En el play off semifinal contra los Industriales, cuando se me partió un dedo (nunca más se enderezó). Por la mañana me lo entablillaban en el hospital La Covadonga y antes de empezar el juego por la noche me lo quitaban. El otro momento duro fue cuando mi madre enfermó. Estaba ingresada en terapia en la Isla de la Juventud y me iba a las seis de la mañana para La Habana en el primer vuelo, jugaba la Súper Liga y viraba a las ocho de la noche para quedarme en el hospital. Estuve así una semana”.

“El momento más amargo y feliz al mismo tiempo de mi carrera deportiva fue cuando perdimos aquella semifinal con Industriales que íbamos ganando 3-1.Nos faltó experiencia para vencer en esos últimos tres juegos. A Industriales hay que matarlo, si dejas que respiren, te joden.  El estadio Latinoamericano nos cayó arriba y nuestro equipo era joven. Estuvimos a punto de discutir el título. Lloramos todos.

“Esteban Lazo se reunió con nosotros y nos dijo: Ustedes van a saber en una semana lo hicieron. Y cuando pasaron los días fue que nos dimos cuenta de la proeza que habíamos hecho. Un municipio de 80 mil habitantes estuvo a punto de discutir el título de la pelota cubana. Eso hubiera sido inolvidable, pero el tercer lugar fue grandioso.

“Por supuesto, mucho de lo alcanzado en la pelota pinera se debe a Armando Jhonson, quien siempre me ayudó mucho, desde que era jugador hasta ahora que trabajo a su lado como entrenador. Es una gente que entiende al jugador y del que aprendes todos los días en el entrenamiento. En mi etapa activa también recibí consejos de Antonio Pacheco, de Lázaro Castro en el bateo y de Víctor Mesa”.

La pregunta más complicada de la entrevista no se hizo esperar. Era como si estuviera preparado para responderla de antemano, con argumentos sólidos y la voz más sincera.

“Sí, me machacaron con la integración de un equipo Cuba. Nunca pensé dejar el béisbol por eso, todo lo contrario, me motivaba más a seguirle buscando problemas a los técnicos. Bateaba 380, quedaba entre los tres primeros segundas bases y me mandaron 15 veces para la selección B.  Algunos decían pero de qué se queja él si viaja y le respondía: quiero estar donde me lo he ganado, no se trata de viajes. Casi a punto de retirarme fue que pude estar en un equipo Cuba A, en los Juegos Panamericanos del 2003”.

Capitán del equipo pinero desde 1990, Alexander reconoce que pudo haber existido con él un fatalismo geográfico, al tiempo que recuerda que en cuatro provincias lo aplaudían mucho fuera de su terruño: en La Habana, Holguín, Ciego de Ávila y Matanzas. No escondió la emoción del retiro y que su mejor pareja o combinación en el campo fue el torpedero Juan Carlos Moreno, en tanto para finalizar se arriesgó a ser un equipo ideal de Isla de la Juventud.

“Lo del fatalismo geográfico es cierto y hay que imponerse mucho para llegar. El equipo de Isla de la Juventud salía muy poco en la televisión, en los medios de comunicación en general. Si quizás hubiese jugado en equipos que se televisan mucho, como Industriales o Santiago de Cuba, otras cosas pudieran haber pasado en mi carrera.

“Empecé como capitán en mi tercera serie y hubo un momento en que Michel Enríquez era capitán del equipo Cuba y yo seguía siéndolo de la Isla, pero nunca hubo problemas entre nosotros porque él es un pelotero excepcional, muy disciplinado y entendía que no había contradicción.

 “Me di cuenta que era hora de retirarme cuando ese último año bateé 340, pero tuve que hacer un esfuerzo grande. Imagínate que en las primeras 180 veces al bate estaba en 217. Siempre dije que me gustaría irme bien, no en decadencia. No fue una sorpresa el día del retiro, aunque sí me conmovió un estadio entero aplaudiendo.

“Varios pitchers me dominaban, pero el que más daño me hacía era Jorge Luis
Machado, de La Habana, con la bola aquella que nunca adivinaba. Sin embargo, le bateaba con facilidad a José Miguel Báez, de Las Tunas, porque lo estudiaba, sabia con qué lanzamiento me abría el primer turno al bate y qué me tiraba en 3-1.

“Con Juan Carlos Moreno me entendía de solo mirarnos. Jugamos mucho tiempo junto y nuestra combinación alrededor de segunda fue una de las mejores del país. No nos hablábamos en el terreno, pero cada quien sabía que tenía que hacer.

“Recibí ofertas para quedarme en Estados Unidos y en México. Eso era constante, pero no me fui porque aquí me siento bien. Nunca traicionaría a la Isla. Y con menos condiciones que ahora, antes se jugaba con más amor. Y eso debemos rescatarlo. Hay muchachos que se conforman con ponerse el traje del equipo provincial. No podemos cansarnos de hablarles, exigirles y ponerles ejemplos.

“Me atrevo a dar esa selección ideal de mi territorio. Receptor: Vladimir García, primera base: Raúl Ajete o Luis Felipe Rivera;  segunda base: que lo diga el pueblo, torpedero: Juan Carlos Moreno o Juan Carlos Calvo, tercera base: Michel Enríquez,  Jardinero izquierdo: Orlis Luis Díaz, en el central Dioel Reyes y en el derecho Pablo Pérez. Lanzador derecho Carlos Yanes y zurdo Wilber Pérez.

 

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