«Mataron a Neruda, le inyectaron aire», asegura enfermera

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«Mataron a Neruda, le inyectaron aire», asegura enfermera
Fecha de publicación: 
4 Abril 2013
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«Mataron al poeta, le inyectaron aire», fue el comentario que corrió por los pasillos de la Clínica Santa María tras conocerse el deceso de Pablo Neruda, declaró ante el juez Mario Carroza una de las exenfermeras del recinto asistencial.   

El abogado Eduardo Contreras hace ver a ANSA que entre aire y gas «no hay mucha diferencia para la época», y recordó que ya estaba en Chile el doble agente de la CIA y la DINA, el norteamericano Michael Townley, en cuya casa en Chile el químico Eugenio Berríos experimentaba con gases para inocular en opositores a la dictadura militar (1973-1990). Berríos aparece involucrado en la muerte del expresidente Eduardo Frei Montalva en la misma Clínica Santa María, en enero de 1982.

Pero Contreras también apuntó a las contradicciones sobre su muerte. De acuerdo al certificado de defunción extendido por los médicos de la clínica, Neruda murió de una caquecsia producto del cáncer a la próstata, pero el 24 de septiembre la prensa informó que el Premio Nobel de Literatura 1971 falleció de un infarto producto de un calmante que le inyectaron. La Clínica Santa María no ha entregado la lista de funcionarios que trabajaban en esa época en el lugar ni tampoco tiene la ficha médica del vate.   

Lo mismo ocurre con la Clínica Alemana, donde el poeta se hacía los chequeos médicos. Pero además, el médico Sergio Drapper, contó a la prensa en marzo de 1975 que él fue la última persona que vio a Neruda y que ordenó le colocaran Dipirona para calmar sus dolores. Sin embargo, después alude a otro médico Price, quien no aparece en registros médicos.   

Finalmente, una sobrina de Matilde Urrutia, la esposa de Neruda, concurrió a declarar voluntariamente para reconocer que Neruda la visitaba frecuentemente, lo que no se condice con que el poeta estuviera moribundo, apuntó Contreras a ANSA.   

La serie de contradicciones llevaron al juez Mario Carroza a ordenar la exhumación de los restos de Neruda para constatar si hubo intervención de terceros, si hay presencia de sustancias químicas. Para Contreras, si aún por los traslados no pudieran encontrarse evidencias físicas, ellos continuarán con la acción judicial porque, a su juicio, hay presunciones fundadas de que «el poeta fue asesinado».

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