Un fabricante de buques de guerra presidirá el banco del Vaticano
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La lucha interna en el Vaticano apuró ayer sin esperar la elección del nuevo Papa –pero “con el pleno consentimiento del Santo Padre”– el nombramiento del abogado de negocios alemán Ernst von Frey como presidente del IOR, el banco del Vaticano, conocido como “la corona de espinas del Papa” por los escándalos que han jalonado su historia. Pero el último acto importante del pontificado de Benedicto XVI podría llevar a una desastrosa metida de pata porque se descubrió que Von Frey preside un grupo que incluye los astilleros Blohm Voss, constructores de guerra para la Marina alemana.
La noticia llevó a otro descubrimiento: los astilleros Blohm Voss de Hamburgo fueron los que construyeron la nave de guerra más legendaria de la Segunda Guerra, orgullo de la marina nazi, el crucero de batalla Bismarck. La nave a la que sólo se comparaba el crucero japonés Yamato fue hundida tras una terrible batalla con los barcos de la flota británica en el Océano Atlántico, el 27 de mayo de 1941.
El vocero papal, Federico Lombardi, defendió la designación de Von Frey, elegido por una empresa de colocación tras 7 meses. Lombardi enfatizó que fue seleccionado en forma “meticulosa y articulada” entre 40 candidatos.
Nombrado por la comisión de cardenales del Instituto para las Obras de Religión, el Papa “expresó su pleno consentimiento”, dijo el portavoz. Uno de los cardenales de la comisión es el arzobispo de San Pablo, Odilio Scherer, sugerido como candidato a Papa por la Conferencia Episcopal brasileña.
Un portavoz de los astilleros Blohm Voss dijo que la unidad que preside von Frey se dedica a construir barcos civiles y que, “cuando concluya la construcción de las cuatro fragatas para la Marina alemana”, la empresa se concentrará en la “construcción civil de yates, reparación de transatlánticos y realización de equipo marítimo para la industria petrolera y del gas”. El Vaticano destacó la militancia católica de Von Frey, miembro de la Soberana Orden Militar de Malta, una antigua orden de caballeros de la nobleza europea que protegían a los peregrinos a Jerusalén.
El nombramiento llegó ayer tras un duro forcejeo del Secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, con su predecesor, el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio de Cardenales. Ambos son considerados los líderes de los grupos más enfrentados entre sí en las luchas intestinas en el Vaticano.
Algunos medios anunciaron hace dos días que el elegido era un financista belga, pero el padre Lombardi desmintió la noticia y tras cartón se anunció que el designado es Von Frey.
El cargo estuvo vacío durante ocho meses tras la destitución por incompetencia del conocido banquero italiano Ettore Gotti Tedeschi, miembro del Opus Dei, que antes de llegar al IOR fue durante muchos años presidente del español Banco de Santander.
El IOR, fundado por el Papa Pío XII en 1942, tiene un patrimonio de unos 5.000 millones de euros distribuido en 34 mil cuentas corrientes.
Unas 2.700 congregaciones religiosas, los “ministerios” e instituciones de la Santa Sede y miles de obispos, sacerdotes, monjas y religiosos, mas dos mil diplomáticos, figuran entre los clientes.
La decapitación de Gotti Tedeschi fue la culminación de una oleada de escándalos por las investigaciones que ha sufrido el IOR acusado de violar las leyes italianas de reciclado de dinero.
El peor escándalo del pontificado de 26 años del Papa Juan Pablo II estalló a raíz de las relaciones financieras “non sanctas” entre el Banco Ambrosiano de Roberto Calvi, asesinado por la mafia bajo un puente de Londres, en junio de 1982, y el IOR, controlado por el arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, que consiguió mucho dinero para financiar al Papa que movilizó a los grupos católicos polacos y del Este europeo contra los regímenes comunistas.
Como se sabe, el papal Karol Wojtyla se destacó como uno de los grandes protagonistas del derrumbe del comunismo europeo, la caída del muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética.
Pero las maniobras financieras de Marcinkus y Calvi llevaron a la quiebra al Banco Ambrosiano, que abrió un agujero financiero de 1.400 millones de dólares arruinando a los ahorristas del primer banco católico italiano.
La Santa Sede debió pagar 250 millones de dólares “espontáneamente” para arreglar con bancos europeos y norteamericanos un “modus vivendi” que evitó procesos que eran desastrosos para la imagen de la Iglesia.
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