Adolf Hitler tuvo una mansión en Hollywood
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Coincidiendo con el acceso al poder de Hitler en Alemania, el 30 de enero de 1933, seguidores de la ideología nacionalsocialista instalados en Estados Unidos comenzaron a organizarse para ayudar a su líder a llevar a cabo un ambicioso proyecto que lo encumbraría como «emperador del mundo», para así dominar todos los rincones del planeta.
William Dudley Pelley, un extremista y radical seguidor del recién nombrado canciller alemán, decidió organizar a todos los simpatizantes del nazismo y aunarlos bajo un mismo partido creado por él que llevó como nombre «Legión de plata».
Viajó por toda la nación llevando el mensaje antisemita y de extrema derecha, que rápidamente ganó miles de adeptos a la causa. Este ascenso abismal de seguidores en Norteamérica lo llevó a creer firmemente que, de la misma forma que había ocurrido en Alemania, era posible un ascenso al poder de la ideología nazi a nivel mundial.
Ante el convencimiento de que el mejor lugar para la dominación del planeta era desde Estados Unidos, planeó la construcción de una espléndida mansión en la que residiría el líder supremo Adolf Hitler.
Se buscó la mejor ubicación, y esta se encontraba en Hollywood (por aquel entonces llamado Hollywoodland) y, a través de un agente secreto que trabajaba para los servicios de espionaje alemán en EE.UU. y cuyo apodo era «Schmidt», convenció a Jessie Murphy, fiel seguidora de la causa nazi y rica heredera, a la que no le importó ceder parte de la fortuna familiar para adquirir una fabulosa finca de 20 hectáreas comprada a Will Rogers, uno de los actores más famosos y la estrella mejor pagada de su época.
El desembolso que realizó la generosa mujer fue de 4 millones de dólares (al cambio actual rondarían los 70 millones) y con ellos, además de la compra de la finca que fue bautizada como «Rancho Murphy» en honor a la donante, se construyó una magnífica mansión que estaba equipada con un bunker y 22 dormitorios y disponía de suministro propio de electricidad y agua gracias a un potente generador y un gigantesco depósito, con una capacidad cercana a los dos millones de litros de agua.
Pero el dinero donado por Jessie Murphy no fue suficiente para completar el lujoso complejo, dejando aparcada una segunda fase de construcción para cuando llegase una importante cantidad prometida desde Alemania y que les ayudaría a terminar de construirla.
Todo estaba preparado en Estados Unidos para que el Führer se instalase en la mansión de Hollywood, desde donde controlaría los designios de todo el planeta. Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial hizo retrasar todos los planes y se decidió que la llegada del líder se produciría tras finalizar la guerra, teniendo un mayor control sobre el mundo.
Mientras eso ocurría, la popularidad de la ideología nazi en Norteamérica caía en picada, perdió a miles de seguidores, los cabecillas eran puestos en el punto de mira de las autoridades, y se dio una orden de búsqueda y captura para arrestar a William Dudley Pelley.
Un grupo reducido compuesto por una cincuentena de «camisas plateadas» (como eran conocidos los miembros de la Legión de plata), utilizaron la mansión como refugio donde esconderse, mientras esperaban el ansiado fin de la guerra y el posterior dominio mundial.
Pero tras el ataque japonés a Perl Harbor del 8 de diciembre de 1941 todo cambió radicalmente. La entrada de Estados Unidos en la IIGM propició que el presidente de la nación, Franklin D. Roosevelt, diese la orden de búsqueda y captura de todas las personas afines al nazismo, y fueron detenidos todos los ocupantes que en esos momentos se encontraban en la mansión.
El resto de la historia es conocida por todos. Los alemanes no ganaron la guerra y el nazismo fue perseguido a nivel mundial.
Por lo que respecta a la casa, fue vendida a una fundación que la utilizó como residencia para acoger a exestrellas del cine sin recursos. Funcionó como tal hasta mediados de los años 70, en que fue cedida al ayuntamiento de Los Ángeles, debido a los altos costos de mantenimiento. En 1978 un devastador incendio la dejó prácticamente destruida, estado en el que se encuentra desde entonces, y se ha convertido en lugar donde se refugian o reúnen personas sin techo, toxicómanos o bandas callejeras de la zona.
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