Un patio para la tradición

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Un patio para la tradición
Fecha de publicación: 
12 Febrero 2020
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Para ser un país relativamente pequeño, el aporte de Cuba al panorama de la música popular en el mundo es inmenso. Pocos pueblos de esta región han ubicado tantos ritmos y bailes en el imaginario universal. Rumba, son, bolero, danzón, mambo, chachachá... hasta expresiones más recientes y de paternidad más discutida.

Lo cierto es que plantearse reunir en un solo espectáculo la mayoría de estos géneros musicales y bailables, y hacerlo de manera coherente, puede ser un reto titánico. El Conjunto Folclórico Nacional de Cuba lo consigue con En mi patio, coreografía del maestro Manolo Micler y uno de sus más jóvenes y talentosos discípulos: el primer bailarín Leiván García.

Ese diálogo intergeneracional articula precisamente el espectáculo: se toman elementos del célebre teatro vernáculo para llegar a un decidido ejercicio de contemporaneidad. Esa es la tesis: la cultura cubana es el «ajíaco» que pregonaba el antropólogo Fernando Ortiz: confluyen disímiles creaciones, de todos los tiempos.

Aunque se cuida la progresión y el planteamiento de ciertos conflictos, el entramado dramatúrgico no es el valor principal de la puesta. Aquí brillan los bailarines, que se prodigan en dinámicas grupales muy vistosas, asumidas con entusiasmo y compromiso.

No son actores que bailan; son bailarines que actúan. Y, obviamente, no todos tienen la misma capacidad histriónica. Pero a la hora de bailar, que es lo que más importa, el conjunto se luce. Esta es una obra pensada desde el homenaje. Pero también le ofrece al que no está muy al tanto de las coordenadas de los bailes populares cubanos, una guía fresca y bien documentada de lo mejor de ese ámbito de la creación.

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