Un recordatorio desde Facebook: ¿cogiste la jamonada?
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«¿Ya cogiste la jamonada?» La pregunta no sería nada singular, al menos en Cuba. Pero recibirla por Facebook... ya era otra cosa.
Al menos en mi caso, nunca antes me habían preguntado tal cosa por una red social, y menos, como era el caso, una de las vecinas más cercanas, casi puerta con puerta.
Era bien temprano en la mañana —terminaba yo la guardia de CubaSí—, y al verla en Facebook, la saludé con una alegría más enfática que lo habitual. Era la primera vez que nos tropezábamos en el ciberespacio —previa aceptación de recíprocas solicitudes de amistad—, en vez de jaba en mano rumbo al agromercado o la cola para el pollo.
De pronto, éramos dos internautas más, y eso hacía nuestro encuentro peculiar... Pero no tanto, porque después de intercambiar emoticonos y algún link, de nuevo conversábamos como si estuviéramos de puerta a puerta —ciberespacio mediante.
Al final del diálogo, luego de recordarme que hoy era el último día para coger la jamonada, me preguntó si ya había colado.
Sí que lo había hecho, y con tremendo gusto la invité al buchito de café. Ese que cubanas y cubanos acostumbramos compartir desde tiempos inmemoriales, lo mismo por importantes motivos que sin motivo alguno, solo porque es una forma más de decirnos «te aprecio».
El diálogo virtual se interrumpió ahí mismo para compartir juntas, sin gigabytes de por medio y como seguramente hicieron nuestras abuelas y bisabuelas con sus vecinas, esa primera tacita de café del día.
En esta oportunidad, los aromáticos sorbitos decían más que otras veces. Parecían indicar desde su aroma cómo las nuevas tecnologías se van posicionando en nuestra realidad sin que la ventolera de mundo que se nos cuela por las pantallas logre desdibujarnos tradiciones, costumbres, identidades. Que así sea siempre.
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