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especiales

Allí... donde las palabras no pueden describir... lo cual pareciera inaudito en el mundo de Márquez. Allí donde la impotencia de no encontrar, en las infinitas callejuelas de los magníficos trazos que se erigen de templo, los adjetivos que ajusticien a la persona más maravillosa, talentosa y encantadora que conocí y conoceré; pues aunque solo cuente con 19 escasos años prestos a la crítica de los incrédulos (que son innumerables) y de los conocedores (que resultan contables), la emoción de haber conocido a quién pusiese en los ojos de mi madre el nombre más peculiar que muchos han escuchado, es insuperable. Pudiese decir que empecé a leerle con "Cien años de soledad" a los 13, pero no recuerdo si "Memorias de mis putas tristes" lo precedió y cada uno de los siguientes libros suyos que cayeron en mis manos iluminaron mi escribir. Uno de ellos: "Vivir para contarla" me permitió disfrutar el camino de periodista y la época que no tendré en esta oportunidad terrenal; y comprendí de donde devenían sus espléndidas obras. Y su primer cuento "La tercera resignación" y su primera novela "la hojarasca" me llevaron al diamante en bruto, y me enseñaron lo variable y lo constante, lo más importante: su marca en cada rasgo. Aún tengo curiosidad, y creo será una curiosidad insatisfecha siempre, por saber que le sucedió a aquel fauno que bajó de un autobús, relato mencionado en sus memorias, y desaparecido en mi búsqueda de su publicación. Pero es poco y humilde lo que pueda decir sobre la persona que más admiro... allí... donde expresar todo lo que le debo excede la materia existente... allí donde las marcas que han dejado sus letras en el mundo no sólo son inigualables, son trascendentalmente infinitas.<br />2013
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