Milei vs soberanía popular
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El ahora presidente de Argentina Javier Milei, blande una motosierra durante un evento de campaña electoral en La Plata, Argentina, el martes 12 de septiembre de 2023. AP - Natacha Pisarenko
Javier Milei, neoliberal a ultranza, representa lo peor que puede tener hoy la gobernanza argentina, especialmente cuando su autoritarismo es una amenaza constante a la soberanía popular.
No es la primera vez, ni será la única, que uno se pregunta el por qué casi la mitad de los argentinos aún apoyan o ven esperanza en el “milagro” que les puede traer Milei, en tanto más de la otra mitad ya está bajo la línea de la pobreza, y miles pasan hambre y vicisitudes en una nación tan productora de alimentos, que no sufre bloqueo alguno y si favores y dispendios de quienes alientan todos los males que aquejan a este mundo.
Así, un 52% de los ciudadanos ya son pobres y muchos se ven obligados a vivir en las calles, en tanto el desempleo crece, se eliminan los comedores populares y las medicinas gratuitas para los jubilados, cuyas vidas no le interesa al susodicho.
En fin, exhibe medidas capitalistas que elevan el derrumbe social y ponen en juego la soberanía de la nación, al autorizar la venta de más de 400 propiedades públicas.
Ha dejado “chiquita” a la experiencia macrista, al ir más allá de la extrema derecha, cuando propone un modelo de gobierno diferente, sin consensos, sin negociaciones, imprimiendo medidas rupturistas desde su primer día en la Casa Rosada. Milei y sus cuadros se ven llamados a hacer una “revolución” (realmente contrarrevolución) en las relaciones sociales, políticas y culturales.
Su gobierno es un experimento inédito de la ultraderecha internacional, al descollar por su desprecio a cualquier cosa que huela a soberanía nacional. En lo internacional el centro absoluto está ubicado en Estados Unidos, con cuyas relaciones están dictadas por el mandato de ser “más papista que el Papa”.
Durante aún su corto mandato -que para muchos ya es extraordinariamente largo- sólo se preocupa por bajar la inflación y otros rubros caros a inversores privados y corporaciones a costa de sacrificar los servicios sociales, por lo cual el poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones retrocedieron a un ritmo récord.
COMPARACIÓN
En una entrevista realizada por la Revista Jacobin a Jorge Orovitz Sanmartino, el sociólogo e investigador del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe de la Universidad de Buenos Aires afirma que se está en presencia de un gobierno neoliberal autoritario, que se debe distinguir del encabezado por Mauricio Macri entre 2015 y 2019.
“El gobierno de Macri fue un intento neoliberal reformista, cuyo objetivo era imponer una agenda de privatizaciones, destruir la protección laboral y desregular la economía. Pero, siguiendo los consejos del Banco Mundial de los años 90, Macri siempre conservó una malla de contención social, negoció programas sociales con los movimientos populares territoriales, negoció con las provincias transferencias más allá de la coparticipación, y tuvo en lo cultural cierta tolerancia para con las diversidades de género, el ambientalismo o los derechos humanos. No se cerraron espacios ni se empoderó a típicos defensores de la represión.
“Lo que estamos viendo hoy con el gobierno de Milei es radicalmente diferente. Pasamos de un neoliberalismo culturalmente tolerante a uno claramente autoritario, que se expresa desde medidas como el protocolo anti piquetes hasta la prohibición del lenguaje inclusivo en la administración pública; desde el decreto 70, modificando o eliminando más de 70 leyes, hasta el cierre del INADI, la cancelación de las becas del CONICET o el cierre del programa de las Madres de Plaza de Mayo en la TV Pública.
“Esta distinción, está claro, no es para edulcorar al gobierno de Macri: recordemos el espionaje sistemático, la represión en la marcha contra la reforma previsional o, en el orden económico, el feroz endeudamiento frente a las dificultades para estabilizar la moneda”, expresó Sanmartino, quien recordó que sustituyó al gobierno de Cristina, que representaba una fuerza y un modelo desarrollista con inclusión social, federalismo, industrialismo, redistribución de ingresos…
“Tiene fuerza suficiente para vetar e impedir la ofensiva macrista para desmantelar los logros previos, pero no puede recuperar consensos mayoritarios para reeditar un nuevo ciclo desarrollista. Esto lo demostró la campaña electoral de Macri, que prometía no tocar lo que estaba bien y tenía apoyo popular, como la Asignación Universal por Hijo y otros programas sociales.
“En ese bloqueo mutuo se profundizó una crisis económica y social expresada por una inflación persistente y niveles de pobreza crecientes, que se agravó por la situación de pandemia, la guerra en Ucrania y la sequía. El gobierno de Alberto Fernández es síntoma de esa impotencia”, aseveró.
LA LLEGADA DE MILEI
En ese contexto se produce la llegada de Milei con su Libertad Avanza, un partido que reunió a todo lo extravagante, tuiteros, influencers, odiadores y resentidos, quien culpó al macrismo de debilidad y llamó a emprender una cruzada contra el sistema político bajo las banderas de la guerra contra el Estado, los sindicatos y la justicia social, a la que considera un privilegio a costa de los “buenos capitalistas” que producen riquezas.
Recordemos que, bajo la consigna de derrotar a la casta, logró el 30% de los votos, y con el apoyo del macrismo se alzó con el 56% en el balotaje.
A pesar de tener minoría legislativa logró convencer a diputados, así como a varios gobernadores que se le oponían para no encontrar obstáculos a su decreto 70 y la ley ómnibus que destruyen el ordenamiento legal que protegía las relaciones laborales, ambientales, sociales y el salario mínimo.
Desmanteló el sistema de ciencia y técnica, mandó a privatizar inicialmente a más de 50 empresas públicas, liberó los precios y cerró el programa de precios justos y cualquier control de precios; en los hechos, los prohibió por ley.
Entre tantas otras medidas impopulares aumentó más de 150% el combustible y el transporte, cerró el Ministerio de mujeres y diversidades, el de ciencia, de salud, de obra pública, de desarrollo social, y los rebajó a categoría de secretarías o subsecretarías.
Devaluó el peso más del 120%, generando una transferencia de riqueza desde los asalariados hacia los sectores exportadores y dolarizados más concentrados de la economía y, en su último capítulo, cortó el financiamiento nacional a las provincias, rompiendo con la tradición de renegociar las deudas provinciales o, directamente, cortando las transferencias estipuladas por ley.
En fin, Milei ha seguido por ese camino que representa a la clase dominante impaciente por barrer con todas las conquistas anteriores.
Así lo demuestra desde el principio con decretos y leyes redactados en los bufetes de abogados de las grandes empresas.
Su objetivo principal es la captura del Estado por los grandes grupos concentrados, la destrucción de las instituciones de compromiso, la expulsión de las clases subalternas de cualquier rincón que aún les quede en el aparato del Estado, la destrucción de instituciones de protección. Y ello continúa, a despecho de cualquier tipo de oposición.
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