La disciplina social y la responsabilidad personal, principales aliados contra el coronavirus
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Muchos piensan que nunca van a morir. La muerte la aprecian inevitable, pero lejana. Pocos están seguros de cuándo y cómo se despedirán de la vida.
Las primeras causas de muerte en Cuba son las enfermedades cardiovasculares, los tumores malignos, las cerebros vasculares, los accidentes, entre otras. Ahora surge un nuevo aliado con más de 200 muertes en menos de un año, el Covid-19. Es el presagio de que una trágica y agónica despedida está más cerca, rondándonos.
El gobierno ha empeñado todos los recursos disponibles en combatirla. Sin embargo, los casos en Cuba aumentan.
Su diseminación es motivada fundamentalmente por el contagio. La trasmisión de persona a persona. Bien sea por el contacto individual o en grupos.
También un papel fundamental en el retroceso lo ocupa la inobservancia de los protocolos para prevenirla o disminuir las exigencias cuando creemos que podemos volver a “una nueva normalidad”, relajando las medidas.
Si a ello añadimos la difícil situación económica ocasionada por la intensificación del bloqueo que ha perseguido con saña en los últimos meses el suministro de alimentos, combustible, medicamentos y diversos insumos necesarios para los hogares, nos percatamos de la gravedad de este complejo momento.
Es cierto que la solución depende en gran medida de las vacunas cubanas. Nuestros científicos trabajan con dedicación en cuatro proyectos. Pero mientras ellas no demuestren la inmunización en miles de voluntarios, la presencia de más casos sigue ascendiendo.
En los reportes diarios apreciamos que son menos las altas que los positivos. Los fallecidos en los últimos 11 meses superan los 220. Solo en enero se registran más de 70 occisos.
Me decía un médico de Ciego de Ávila que le golpeó duramente conocer del caso de una anciana de 94 años que falleció a causa de la Covid-19. Cómo fue contagiada, sería por la irresponsabilidad de alguien o el descuido de los familiares. En todo caso, falló de alguna forma el cuidado y la protección.
En las últimas semanas, las cifras oscilan entre las 400 u 800, o más personas. Si multiplicamos por los días del mes, restando las altas, nos percatamos por qué más de 5 mil personas estaban hospitalizadas en enero y la cifra sigue incrementándose en febrero, pudiendo llegar a los 7 mil, según pronostican algunos expertos.
Nos informaba este jueves el Doctor Durán que de los 816 casos reportados positivos, 114 eran menores de 20 años; de ellos, 114 pediátricos, y en estos momentos hay 701 activos ingresados, incluyendo un infante de siete meses. Más de 3 mil han padecido la enfermedad. Cuidarnos protegiéndonos también es proteger a los más desvalidos de nuestra sociedad.
Otro de los graves peligros son los enfermos asintomáticos, pero si te proteges tienes más probabilidades de no enfermarte.
Hasta ahora la forma más adecuada de combatir el virus es resguardarnos de acuerdo a los protocolos establecidos por las autoridades sanitarias y gubernamentales. Protegiéndonos, protegemos a otros. No es una razón individual, sino una actuación consciente que beneficia al colectivo. Es actuar con racionalidad y responsabilidad social.
Sin embargo, si observamos en un recorrido por la capital u otra gran ciudad del país, es evidente que esa racionalidad no la aplican muchos ciudadanos. Mantener la distancia entre las personas de un metro o dos no se respeta. El nasobuco, aunque es portado por un gran número de ciudadanos, muchos no lo usan adecuadamente. Otros dejan libre su nariz o la boca, pensando que así respiran mejor.
Es evidente que la disciplina social e individual no se observa siempre. Ser irresponsables o indiferentes es común en muchas personas. Es la expresión en gran medida del deterioro en la educación ciudadana que ha mellado a muchos en el trascurso de los últimos años.
Por estas y otras desobediencias e indisciplinas cada día se incrementan los casos. Sin embargo, más del 70 por ciento de los afectados se han recuperado. No es un hecho casual, obedece al gran esfuerzo del personal médico y los productos biotecnológicos elaboradas por Cuba para asistir a los enfermos o sospechosos.
Cuánto le ha costado a nuestro pobre y bloqueado país salvar a la mayoría de los afectados. Para la Revolución la vida del hombre no tiene precio. Por eso se hizo y cayeron tantos valiosos combatientes frente a la oprobiosa tiranía y después contra los enemigos instigados por el imperialismo.
Los llamamientos y explicaciones a la población con las indicaciones a seguir ante el mal y las exhortaciones de las altas autoridades del gobierno están presentes a diario. ¿Por qué muchos no las observan?
Juegan con su muerte y se la imponen a otros; tal vez a sus propios hijos o padres. Cómo lograr que se comprenda la importancia de la disciplina y el orden que debe existir.
Lógicamente las colas y la aglomeración de los cubanos para comprar sus alimentos es también un desafío diario. Para la mayoría una inexcusable necesidad. Pero en las filas tampoco hay orden. A mi juicio se ha descuidado.
Algunos estiman que la compulsión, imponiendo multas y sancionando a los incumplidores es una forma eficaz de frenar el contagio. Hace días en La Habana se impusieron una decena de multas. Tal vez pocas. No podemos desconocer que se aplican también en medio del ordenamiento económico con la subida de los precios de los alimentos y otros artículos.
Otros estiman que deberá primar la persuasión persona a persona, aunque hablar a grupos o individuos es también un riesgo y requiere la protección indicada.
Apreciamos reuniones de las más altas autoridades y del grupo de control revisando las situación en cada provincia. Se trasmiten video reportajes y notas informativas de la televisión donde se combate la indisciplina social. Utilizar los medios de difusión en esta batalla es indispensable. Pero no todos los cubanos ven los noticieros de la televisión, escuchan la radio, leen los periódicos impresos y prestan atención a los mensajes.
Es recomendable en los programas de los medios más explicaciones y detalles de cómo son los instantes finales de una persona aquejada por el Covid-19. Fallece con una tremenda y aguda falta de aire. Es un instante terrible. Sería un medio de gran influencia recoger las declaraciones de los que la han rebasado y cómo se sintieron entonces. Tal vez estos relatos hagan recapacitar a algunos.
Sin embargo lo esencial es la disciplina social, hermana gemela de la buena educación que muchos han abandonado sin la solidaridad y el respeto al prójimo.
Recomendamos, por su sentido aleccionador y educativo, volver a leer el discurso del compañero Raúl Castro pronunciado ante la Asamblea Nacional el 7 de julio del año 2013 donde alertaba sobre la necesidad de observar el orden, la disciplina y la exigencia en la sociedad cubana, premisa imprescindible para consolidar el avance de la actualización del modelo económico y social.
Entonces su discurso no estaba dirigido al actual problema que enfrentamos, pero tiene aleccionadores ejemplos , principios y pautas a seguir por la población para comportarse mejor en su vida social.
Alertaba entonces el General de Ejército: “El delito, las ilegalidades y las contravenciones se enfrentan de manera más sencilla: haciendo cumplir lo establecido en la ley y para ello cualquier Estado, con independencia de la ideología, cuenta con los instrumentos requeridos, ya sea mediante la persuasión o, en última instancia, si resultase necesario, aplicando medidas coercitivas”.
Ahora el tema del combate al Covid-19 y el Ordenamiento requieren más que nunca de la disciplina social y el orden que reclamaba Raúl entonces y que mantiene plena vigencia.
Entre todos los cubanos debemos resolverlo. Le compete, a mi juicio, principalmente a los revolucionarios, militen o no en una organización. Se trata de algo más: elevar el patriotismo, la defensa del país.
Evitemos que prosiga el retroceso. Evitemos a “Los Heraldos Negros”, uno de los mejores poemas que nos dejó sobre los golpes en la vida el gran poeta peruano Cesar Vallejo. Este nuevo “Heraldo Negro” se llama ahora “Covid-19.
Volvamos a Raúl cuando subrayaba: “Lo real es que se ha abusado de la nobleza de la Revolución, de no acudir al uso de la fuerza de la ley, por justificado que fuera, privilegiando el convencimiento y el trabajo político, lo cual debemos reconocer que no siempre ha resultado suficiente.
Sentenciaba entonces, con completa vigencia hoy: “Es hora ya de que los colectivos obreros y campesinos, los estudiantes, jóvenes, maestros y profesores, nuestros intelectuales y artistas, periodistas, las entidades religiosas, las autoridades, los dirigentes y funcionarios a cada nivel, en resumen, todas las cubanas y cubanos dignos, que constituyen indudablemente la mayoría, hagan suyo el deber de cumplir y hacer cumplir lo que está establecido, tanto en las normas cívicas como en leyes, disposiciones y reglamentos”.
Según los reportes del MINSAP nos llegó la perturbadora noticia de 1 044 positivos en un día y más de 5 mil hospitalizados con el mortífero virus.
No hay otra alternativa que detener al nuevo “heraldo negro” y a sus irresponsables aliados.
No hay otra acción que aplicar que la exigencia y la firmeza, sin temores. La mayoría del pueblo lo reclama y agradecerá. Por ahora, no hay otra vacuna.
Febrero del 2021
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Raudelis Miranda
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