Estados Unidos se burla del mundo

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Estados Unidos se burla del mundo
Fecha de publicación: 
24 Enero 2024
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Estados Unidos, el establishment que lo gobierna con gran influencia de los magnates judíos, es el que mantiene intocable a Israel

Quizás alguno se pregunte que cómo es posible que se mantenga indetenible la matanza de palestinos que realiza Israel en la Franja de Gaza, pretextando que fue víctima de genocidio en el ataque sorpresivo del grupo Hamás contra objetivos militares y civiles israelíes.

Hasta Joseph Borrell. Canciller de la Unión Europea, y para nada progresista, se ha escandalizado por la actitud de Tel Aviv, y más cuando Hamás fue inicialmente una creación suya para oponerla al gobierno de la Autoridad Palestina, que encabezaba Yasser Arafat, posteriormente envenenado por el Mossad, el ente espía del régimen sionista.

Bueno, la respuesta de lo anterior saca a la luz lo que muchos conocen: Estados Unidos, el establishment que lo gobierna con gran influencia de los magnates judíos, es el que mantiene intocable a Israel, al que ahora el presidente Joseph Biden -un sionista desde hace muchos años- le dirige tímidos deseos para que no exagere y no extienda la agresión a otros pueblos.

Para Estados Unidos Naciones Unidas es un cero a la izquierda, a la que no obedece ni en la más asequible rogativa, como cada vez que se opone a cualquier petición de alto al fuego de las denominadas Fuerzas de Defensa de Israel.

Afirma que opera bajo un “orden basado en normas”. Sin embargo, su comprensión de este concepto no es igual al que las leyes internacionales reconocen para el resto del mundo. Más bien funciona como un camuflaje tras el que florece lo que algunos especialistas llaman excepcionalísimo estadounidense.

Así se recuerda las más recientes afirmaciones de Anthony Blinken (secretario de Estado de EE. UU.) y otros miembros del gabinete de Biden proclamando el “orden basado en normas internacionales” o el “orden basado en normas”, cada vez que pueden: en conferencias de prensa, entrevistas, artículos, foros internacionales, desayunos, almuerzos, cenas y cócteles.
 
Junto con los términos “derechos humanos” y “democracia”, ello es usado rutinariamente para reclamar una postura de superioridad moral contra los países que acusan de no seguir este “orden” y se esgrime como un garrote para atacar, criticar, acusar y deslegitimar a los que están en su punto de mira como “perversos” del orden internacional.

Este garrote se blande ahora, sobre todo, contra China y Rusia. Curiosamente, cada vez que Estados Unidos afirma que China (u otra “potencia revisionista” o Estado enemigo) está violando el “orden basado en normas”, nunca parece aclarar cuáles “reglas” están siendo violadas, sino que simplemente suelta una miasma de acusación genérica, dejando que el hedor del racismo y la xenofobia se encargue del resto.

DELINCUENTE INTERNACIONAL

Así se comporta Estados Unidos, basándose en su poderío militar y financiero que en acto de locura puede convertirse en holocausto nuclear, hasta ahora un gran instrumento de chantaje.

En realidad, sí existe un orden basado en normas construido sobre un consenso internacional, un compendio de reglas y tratados que la comunidad mundial ha negociado, acordado y suscrito:

“Derecho Internacional”, así se llama, y se refiere al cuerpo de decisiones, precedentes, acuerdos y tratados multilaterales reunidos bajo el paraguas de la Carta de las Naciones Unidas y las múltiples instituciones, políticas y protocolos anexos. 

Aún imperfecto, incompleto y con necesidad de evolucionar, sigue constituyendo el fundamento jurídico del cuerpo del orden internacional y las leyes ordenadas que lo sustentan: esto es lo que constituye el derecho internacional. El fundamento básico de la Carta de la ONU es la soberanía nacional: los Estados tienen derecho a existir y son iguales en sus relaciones. Esto no es a lo que se refiere Estados Unidos.

Cuando habla de normas se está refiriendo a un ejercicio descarado del poder imperial y la supremacía estadounidense, disimulado tras las finas telas de los trajes de una gala ficticia.

No por gusto subtitulamos DELINCUENTE INTERNACIONAL, y entre el caramillar de ejemplos hallamos que se niega a firmar o ratificar leyes y tratados internacionales fundamentales, que la gran mayoría de los países aceptan, como el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI), la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Convención de los Derechos del Niño, la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de las Personas Migrantes y sus Familias), la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho al Mar, el documento de la ONU para la Prevención de una Carrera de Armamentos en el Espacio Ultraterrestre, la Convención de Ottawa (el tratado sobre la prohibición de las minas antipersonales) y la mayoría de los convenios laborales de la Organización Internacional del Trabajo. 

De hecho, en Estados Unidos hay centros de explotación, el trabajo infantil es legal (por ejemplo, en el trabajo agrícola realizado por migrantes) y existe el trabajo esclavo (en prisiones y centros de detención de migrantes). 

Incluso, el propio informe sobre la trata de personas del Departamento de Estado de este mismo país, reconoce graves problemas en EE. UU. de trata y trabajo forzado en la agricultura, servicios de alimentos, manufactura, servicio doméstico, trabajo sexual y la hostelería, con funcionarios públicos y militares estadounidenses involucrados en tráfico de personas dentro y fuera del país. 

Irónicamente, Estados Unidos trata de hacer que otros países se sometan a leyes que se rehúsa a ratificar.

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