Estados Unidos: Lecciones a medio terminar de unas elecciones de término medio
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Recuento de votos en el condado de Clark, en el Estado de Nevada. Foto: Jhon Locher (AP)
La jerigonza que pretendo hacer pasar por título de este comentario, pudiera reflejar en buena medida, cualquier proceso electoral en Estados Unidos. De hecho, tan tarde como este sábado, aun no estaba definido el resultado de las elecciones de término medio celebradas el martes anterior. Por cierto, es extraño que tal demora no haya conllevado a que la Organización de Estados Americanos declarara fraude y desconociera el proceso. ¿Será que solo actúa así cuando gana un movimiento progresista?
Analizar de forma íntegra la política estadounidense es un proceso complejo, un ejercicio de intelecto y de historia donde siempre debe ponerse como principal variable, el control que ejerce el poder económico sobre el legislativo y el ejecutivo. Dicho así, la verdad, pierde encanto cada evento electoral y la única expectativa es conocer si serán burros o elefantes quienes controlen el poder.
Este ocho de noviembre no se decidió mucho en Estados Unidos. Tal es así, que ambas partes se autoproclamaron ganadoras: los demócratas porque no perdieron tanto como esperaban, y los republicanos porque lograron poner en evidencia la mala evaluación de la gestión del presidente Joe Biden al frente del país en estos dos años. Ello, evidentemente, sí precondiciona el escenario hacia las elecciones presidenciales de 2024, al punto de que el antecesor, Donald Trump, ha dejado entrever que para el martes 15 lanzaría su candidatura.
Por los republicanos llama la atención que la mayoría de los escaños ganados, en los diferentes tipos de elecciones realizadas, no responden precisamente a la línea de Trump, y muchos de ellos se han manifestado críticos de su mandato. Sumémosle la percepción de que Ron DeSantis, reelecto gobernador de Florida, pareciera constituirse en una figura de peso dentro del propio partido rojo. En todo caso, el ex presidente tiene razones para preocuparse, toda vez que puede estarse gestando un trumpismo sin Trump con vistas al 2024.
Del lado demócrata el optimismo electoral tampoco es objetivo. Pesa aun la posibilidad de que Biden pierda el control del Senado y tenga que afrontar par de años secuestrado en la Oficina Oval para poder gobernar mediante órdenes ejecutivas, con riesgos de que la oposición republicana obstaculice su gestión, e incluso, dejen al establishment sin recursos e incapacitado de funcionar, a expensas de ceder posiciones. En cualquier escenario, Biden tendrá que concluir su mandato marcado por la pérdida de espacios políticos y con dudas sobre sus capacidades para presentarse a un segundo periodo. Para mayor gravedad, ya no solo se tata de su proyección mediática “gris”, sino porque temas domésticos que definen la intensión electoral, como la economía, salud pública y empleo, no deben mejorar en lo que resta de año ni en el próximo.
En consecuencia, ambos bandos parten con dudas hacia el 2024. En otros procesos es un escenario que demandaría de radicalización, para mover las condiciones y los factores determinantes. No obstante, existe tanta sintonía entre propuesta de unos y otros, que cualquier radicalismo sería siempre en favor de la derecha extrema. Los demócratas están en la disyuntiva de moverse a una proyección más cercana a la de Bernie Santos, o al otro extremo, que prácticamente sería la propia agenda republicana. Ambos movimientos son tan riesgosos que no es de extrañar que terminen apostando a no hacer nada. Para los republicanos podría ser más sencillo, pero la presencia distópica de Trump le permitiría a este capitalizar esa posición; es, además, un discurso que ha manejado a lo largo de su vida política.
En definitiva, lo sucedido el martes 15 de noviembre en Estados Unidos es otro capítulo de lo incierto, con preocupantes desenlaces para la humanidad. El mundo y los habituales dolientes de la desidia política de la Casa Blanca, no podemos más que asistir al evento y ver los pugilatos preparándose para heredarle el puesto a Biden. Independientemente de quien controle el Senado, no debe nadie esperar mejores acciones desde el legislativo, ni en el plano interno y mucho menos en materia internacional.
Y es que las lecciones de estas elecciones, también han quedado a medio término.
*Analista político y de medios de comunicación
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