American curios: La batalla

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American curios: La batalla
Fecha de publicación: 
18 Julio 2022
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Activistas en favor del aborto se moviliza-ron el sábado para defender las oficinas de Planned Parenthood, en Santa Mónica, Cali-fornia. La semana pasada opositores a esa práctica marcharon contra la misma clínica obligándola a cerrar temprano. Foto AP.

La actual batalla titánica por el futuro del país más poderoso del mundo, buena parte de la cual nace de las consecuencias del neoliberalismo, se está librando todos los días a lo largo y ancho del país entre fuerzas democratizadoras y partidarios de un proyecto neofascista.

Por un lado están las fuerzas progresistas estadunidenses que están en uno de sus momentos más fuertes (aunque fragmentado) en décadas, con una creciente presencia electoral a nivel local, estatal y nacional -–el llamado Caucus Progresista del Congreso federal tiene casi 100 miembros, algo sin precedente– mientras en diversas ciudades, condados y estados han elegido elencos de políticos progresistas, como por otro lado luchas sociales con nueva vitalidad en el ámbito sindical, ambiental y por la justicia económica como en defensa de derechos de inmigrantes. A la vez, vale repetir que una mayoría de jóvenes estadunidenses dicen que favorecen el socialismo sobre el capitalismo y, cómo ha sido el caso durante años, mayorías en este país siguen favoreciendo propuestas progresistas en torno a la salud, educación, derechos laborales, migración y medio ambiente.

Por el otro lado, la ofensiva derechista feroz con sus tintes neofascistas –incluyendo sus fuerzas paramilitares armadas, algunas de las cuales participaron ya en un primer intento de golpe de Estado– continúa librando su ataque frontal contra libertades y derechos civiles y sus defensores. A nivel local y estatal impulsan nuevas leyes para prohibir el aborto y perseguir a las mujeres (y niñas), implementan medidas para censurar versiones "antipatriotas" de la historia en las aulas y las bibliotecas, promueven la abierta supresión del voto de minorías y opositores e incluso reformando el sistema electoral estatal para revertir resultados no deseados (lo cual pone en riesgo las elecciones federales ya que se administran a nivel estatal), y al nivel federal, ahora con su control de la Suprema Corte, está desmantelando conquistas sociales y políticas logradas a lo largo de medio siglo mientras no cesan de nutrir el clima antimigrante y la xenofobia. Varios expertos advierten que estas fuerzas están sembrando las condiciones para provocar una guerra civil.

"Lo que estamos atestiguando en Estados Unidos no es sólo una amenaza a la democracia, sino una expresión modernizada y peligrosa de extremismo derechista que es preludio a una versión plena de política fascista", resume Henry Giroux, profesor en la Universidad McMaster, y comentarista sobre educación, política y cultura.

Angela Davis, la gran veterana de luchas progresistas, comenta: “lo que estamos atestiguando… es un choque profundo entre las fuerzas del pasado y las del futuro… son un esfuerzo de las fuerzas supremacistas blancas para recuperar un control que más o menos tenían en el pasado”.

En medio de esta batalla, una mayoría de estadunidenses opinan que su sistema de gobierno no funciona, con 58 por ciento que piensa que se requieren reformas mayores o una renovación estructural, según una encuesta del New York Times/ Siena College divulgada la semana pasada.

Mientras tanto, una mitad de los republicanos y 64 por ciento de los demócratas prefieren que sus respectivos líderes -–el presidente Biden y el ex presidente Trump– no se postulen para las próximas elecciones presidenciales de 2024, según la misma encuesta.

Las tasas de desaprobación de las instituciones políticas, empezando por cada uno de los tres poderes federales –Ejecutivo, Legislativo y Judicial– siguen en grave deterioro. Igual la confianza en los medios de noticias, la cual se ha desplomado a su punto más bajo jamás registrado: 26 por ciento, según el informe más reciente del Instituto Reuters.

Estados Unidos nunca antes ha enfrentado una amenaza fascista de estas dimensiones, pero a la vez las fuerzas democratizadoras y de resistencia antiderecha nunca han estado potencialmente tan fuertes en estas últimas décadas. No hay neutrales en esta batalla.

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