Un siglo con Rosita
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Rosalía Lourdes Elisa Palet Bonavia, conocida internacionalmente como Rosita Fornés, fue (y será por siempre) la gran vedette de Cuba. Cien años se cumplen este 11 de febrero de su nacimiento, y sus miles (podría decirse millones) de admiradores todavía no se acostumbran a su ausencia.
Su ausencia, en todo caso, es relativa. De su arte han quedado muchos testimonios fílmicos, grabaciones para la discografía, la radio y la televisión. Películas, zarzuelas, musicales, obras teatrales, programas televisivos.
Ella brilló prácticamente en todos los géneros de las artes escénicas, y fue también una singular cantante, de extraordinarias simpatía y fuerza interpretativa.
Rosita fue una actriz de probadas credenciales, que se sintió a gusto en la comedia, pero que convenció también en el drama. Aunque sus aportes mayores, que la ubican en el selecto grupo de los imprescindibles, están en el teatro musical.
Pero más allá de su talento inmenso, Rosita fue un ser humano excepcional, una mujer coherente y noble. Fue una de las más queridas artistas cubanas. Se ganó un lugar de privilegio en el imaginario del pueblo cubano.
En una de sus últimas entrevistas, concedida a este portal, ella afirmaba: «...me han dado muchos premios: diplomas, trofeos, medallas… están ahí, en el cuarto de al lado. Creo que son la prueba de que he tenido una vida. Pero te repito y lo voy a repetir siempre: el premio más grande es el afecto y el cariño que me ha demostrado mi pueblo. Eso lo saben los artistas: nada como el aplauso. Eso no tiene comparación».
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Niobis Valiente López
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