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Nací y viví hasta los 17 años en Jarahueca, el pueblo de Ada Elba, fuimos juntas a la escuela, conozco a su familia. Admiro su obra desde siempre, solo que vivió muy aprisa, como dijo su padre un día, y se nos fue muy joven, pero nos dejó su poesía y su recuerdo y como sentenció Martí: la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida, y ella supo cumplirla. Saludos a su familia de una coterránea que los quiere y los recuerda, a pesar de la distancia y del tiempo que hace que no nos vemos. Damaris.
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