¿Qué nos atraen de las personas?

Me parece fascinante estudiar la psicología humana, ese mundo interior casi indescifrable que varía de persona a persona, que es irrepetible e impredecible. Entender nuestra propia psique, aunque sea tan nuestra, es también un misterio. Muchas veces no podemos respondernos, concretamente, por qué somos de determinada manera, por qué nuestros impulsos son tales; los tenemos y ya. Sin embargo, sí existen criterios científicos que nos ayudan en la comprensión.

De todo, la atracción entre personas me parece un tema complejo muy interesante. ¿Por qué nos sentimos atraídos por individuos? ¿Qué tiene uno que no tenga el otro?

De acuerdo con diferentes investigaciones a las que pude acceder, la atracción es un fenómeno instintivo que surge porque nos identificamos con la otra persona que creemos, según factores culturales, psicológicos y biológicos, de nuestro agrado. Esos elementos que nos propician satisfacción los iremos afianzando durante la vida, y esto aplica para todo tipo de relaciones, de amistad o amor.

Definir las bases de la atracción es un tanto enmarañado, y no aplican ciento por ciento las teorías por la propia naturaleza subjetiva. Los estudios evidencian que es alimentada por las gratificaciones recibidas, o sea, por la manera de proceder del otro, o porque estén asociados a sucesos importantes.

De manera general la reciprocidad nos estimula, y en la consolidación de ese interés pesa lo que estaremos descubriendo de la otra persona. Importa su personalidad y encontrar similitudes en valores y nivel cultural. Está comprobado que nos interesa mucho más cuando nos parece afín a nuestro modo de ver la vida, que sea, potencialmente, una persona de fácil convivencia. Eso se da así en el plano social, que, indiscutiblemente, no podemos separar del romántico, y tanto eleva como afecta la atracción.

Cuando conocemos a una persona el primer impacto suele ser superficial. Evaluamos si nos parece agradable su imagen porque en nuestra psique entendemos que si tiene belleza, entonces debe ser buena. Claro, el concepto de belleza varía de uno a otro, y solo con la exploración sabremos si cumple nuestras expectativas más profundas, de semejanzas, coincidencias; todo de manera equilibrada pues, lógicamente, nadie es exactamente igual a otra persona. Las diferencias a veces también son llamativas, pero debe ser en proporción.

Imagen tomada de https://www.elperiodico.com

La atracción sexual es complicada de descifrar para mí. Digo yo, porque es mucho más abarcadora y también extraña. Ni falta hace decir que el físico es fundamental, pero ¿qué es lo que nos parece llamativo?

En el reino animal las parejas se crean basándose en la posibilidad de procrear. Es una cuestión biológica, y para ello se tiene en cuenta lo que parece saludable, y la asimetría, por ejemplo. Para los humanos, los esquemas culturales existen, y en función de ellos asumimos un modelo ideal de belleza que con el tiempo iremos moldeando en nuestra lista de deseos.

Además, somos seres emocionales y vivimos en sociedad, por tanto, necesitamos del otro que nos ofrece bienestar. Así es para todos, y lo manifestamos desde muy temprano en nuestras vidas porque nos gusta sentirnos queridos, que somos aceptados, y que formamos parte de un asunto común, sea cual sea la naturaleza que nos motive.

Acto seguido en ese proceso de conocimiento intentamos adivinar si le provocamos interés porque muy al interior, o no, exigimos correspondencia. Si el estímulo es positivo, ya para entonces existirá algún tipo de vínculo, más o menos cercano, que nos permitirá fortalecer cualquier conexión. Comprenderlo nos hará ser más afectuosos, o todo lo contrario.

¿Por qué se quiebra la atracción una vez que estuvo instaurada en nuestras mentes? Porque en algún punto del proceso el sujeto de nuestro gusto se aleja de lo que creemos adecuado. No importa si la relación es de trabajo, amistad o amorosa, si decae la admiración, no nos llena emocional o sexualmente —y en esto el feed back y la satisfacción es primordial— nos deja de interesar.