Crónicas bien cortas: The Beatles, «esa mala influencia»

Hace unos años, mi hijo decidió que ya no quería cortarse más el pelo, algo que a estas alturas del partido sigue siendo un problema en las escuelas cubanas. Ni el nuevo Código de las Familias, ni mil campañas sobre crianza respetuosa nos han librado de algunos viejos conceptos.

Yo, que ya lo había privado de sus bellos rizos de la primera infancia, por disciplina, cuando comenzó prescolar, esta vez decidí apoyarlo. Estaba lista para ir a explicar que tiene derecho y que basta de inocular el sexismo desde edades tempranas: las niñas pueden llevar el cabello largo, los niños lo tienen prohibido...

Pero no hizo falta. La primera vez que un maestro le preguntó si no pensaba pelarse, el pionero le respondió con todo respeto: No, porque yo me quiero parecer a Ringo Star. Usted sabe quién es Ringo Star, ¿verdad?

Hubo quien nos aconsejó incluso decir que era una promesa, pero no hizo falta; de algún modo navegó el Javi por la primaria con su determinación de ser Ringo. 

En estos días comentamos en casa que ya tenía el pelo mucho más largo que su ídolo, el baterista de Los Beatles; que quizás debería recortárselo un poco, y ripostó con otro argumento irrefutable: ¡Ahora me parezco a Lenon!

Todo parece indicar que The Beatles nunca dejarán de ser esa «bendita mala influencia».