Argentina marzo 2025. Un antes y un después
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Una extensa tela con los retratos y nombres de los desaparecidos de la última dictadura en Argentina (1976-1983), desplegada en una marcha hacia la Plaza de Mayo de Buenos Aires, el 24 de marzo de 2025, a 49 años del golpe de Estado militar. Luis ROBAYO / AFP
Faltan adjetivos para describir la movilización que protagonizó el pueblo argentino el pasado 24 de marzo, conocida como la marcha de “Verdad y Justicia”, en ocasión de conmemorarse el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, cuando se evoca el 49 aniversario del inicio de la última dictadura militar, que ese país debió soportar, instalada justamente un 24 de marzo de 1976 y que se prolongó hasta 1983.
La contundencia de la marcha se expresa en la duración de esta, en la cantidad de personas que participaron, calculada en un millón al menos en la que concurrió con epicentro en la emblemática Plaza de Mayo, histórico escenario de epopeyas populares.
También fueron multitudinarias las que se escenificaron en Bahía Blanca, o en la capital de la provincia de Córdoba, en Mendoza que según algunos, es un emporio del conservadurismo, algo puesto en cuestión ahora; también en Rosario, en La Plata y otras capitales provinciales, sumando según reportes preliminares a unas 100 ciudades.
En otras palabras, fue una marcha nacional, de carácter federal, uniendo bajo una misma bandera a organizaciones barriales y comunales, sindicatos, organismos defensores de derechos humanos y partidos políticos. Por su dimensión historiadores se apuraron en calificar la movilización como la más extraordinaria de los últimos 20 años, aludiendo en particular a la de Plaza de Mayo que tiene esa lógica épica, esa visibilidad internacional.
Una singularidad que distinguió la ocasión fue, vale la pena insistir, la confluencia en un mensaje que los movilizó a todos, quizás por primera vez en mucho tiempo, al menos en las dos últimas décadas. Todas tuvieron dos objetivos: conmemorar el martirio de los más de 30 mil desparecidos, exigiendo justicia por crímenes certificados como de lesa humanidad, y segundo, expresar un rechazo a las políticas anti populares del actual gobierno federal, y tal vez también provincial, donde sus gobernadores actúan como testaferros del inquilino de la Casa Rosada.
Ambos propósitos tuvieron como antecedentes, no solo lo que ya es justa tradición, recordar la represión bajo ese emblemático lema de “nunca más”, sino la actuación del gobierno “anti libertad” que encabeza como figura visible Milei, tanto por el relato negacionista de la masacre a la que fue sometida en especial la juventud argentina en aquellos años, sino también la que de manera más sórdida aplica ahora sin importar la edad, imponiendo una política económica ultra neoliberal, concebida para garantizar la imparable lógica de la concentración del capital en poquísimas manos, al mejor estilo trumpista, el ídolo de ocasión para el gobernante de la motosierra.
En vísperas de las marchas, el gobierno no tuvo mejor idea que mentir, una vez más. Mintió al afirmar que desclasificaría el expediente de la dictadura, algo ya ocurrido en el 2008 y al manipular a la opinión pública, desempolvando los viejos demonios incluido los de su supuesto origen castro/comunista, en un polémico documental de bajo costo (unos 50 mil usd) acoplado a la guerra cultural mileista, donde se culpa al movimiento guerrillero, prácticamente desarticulado en 1976, de las barbaridades de los militares asesinos.
El audiovisual de marras, pasa por alto que en todo caso hubo al menos desde 1955, cuando las fuerza aérea argentina bombardeó la Plaza de Mayo, una seguidilla de dictaduras como la de Ongania y que para el año 76, era pertinente imponer el terror como única forma de viabilizar las doctrinas de los Chicagos Boys, el neoliberalismo a la americana, en un contexto de tradiciones de luchas populares que debían ser neutralizadas a sangre y fuego, literalmente.
En medio del debate está el rechazo oficialista a la cifra de los de 30 mil desparecidos, perverso por definición, porque en todo caso no son números, son personas, mujeres, niños comercializados como trofeo, son torturados o lanzados al vacio vivos; es cuando el capitalismo se comporta en su modalidad más macabra; es como Gaza, solo que al sur de Nuestra América.
Hasta los ya famosos documentos desclasificados del asesinato de JFK, aparecen cifras ofrecidas por los propios asesinos a sus contactos en la CIA, donde admiten alrededor de 22 mil masacrados en los primeros años de dictadura.
Pero los datos tienen fotos, tienen familias que los reivindican; en la marcha en Buenos Aires fue notable la extensa bandera compuesta por esas imágenes, organizadas en filas de 7 fotos cada una.
Otro aspecto que demuele la narrativa represiva actual, fue la ausencia de violencia entre los participantes. Mucho tiene que ver con esto que en la ocasión no se aplicó el nefasto “protocolo anti piquete”, que forma parte de las políticas impresentables que exhibe este gobierno; por tanto, no hubo provocadores, no hubo infiltrados en son de sabotaje, ni hubo represión a pesar del gigantesco “piquete”, que protagonizaron los argentinos indignados, por lo que pasó en los años 70, por lo que pasa ahora en el 2025.
¿Se puede hablar de un antes y un después de este acontecimiento, de esta protesta federal unitaria?.
Los pueblos que no olvidan son los mejor preparados para procesar las diferencias, para superar los enfoques encontrados y los vanidosos personalismos, y en cualquier caso el mileismo, la cara argentina de este posfascismo que ahora aflora en el mundo, es una extraordinaria oportunidad, bajo la lógica de que los une el terror a que se repita un 1976 otra vez.
No se trata únicamente del “nunca más”, ya de por si suficiente razón para la lucha, se trata de no mirar el pasado con nostalgia desmovilizadora, algo que se busca cuando a la par de mentir sobre el crimen cometido también se intenta glorificarlo.
Ahí está el más icónico de los argentinos contemporáneos, el Che Guevara quien afirmó: "La historia de América Latina es una historia de explotación, pero también de resistencia. No podemos construir el futuro sin entender cómo llegamos aquí y sin honrar a los que lucharon antes que nosotros."
Seguimos pendientes hermanos argentinos.
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