La vida en versos: “somos los que merecemos la esperanza”

¿A qué hora comienza la madrugada? El día que descubrí este poema habría querido apurarla, halarla con un hilo invisible hasta las nueve de la noche para que las horas de apagón parecieran más cortas y el silencio, casi absoluto, fuera menos extraño en los finales de diciembre para un barrio pintorezco y alegre como Pueblo Nuevo, donde la gente cree que las calles entre los dos puentes son todas el patio de su casa y salen en chancletas, con el torniquete hecho las mujeres y los hombres sin camisa y se gritan de una esquina a la otra para avisarse de cualquier novedad o abren la puerta, suben el volumen de la música y la fiesta familiar se hace comunitaria.

Es un barrio de Matanzas como tantos de toda Cuba en los cuales por estos días se cocina con carbón porque el gas está escaso y los apagones abundantes. El 2024 ha sido más que duro desde el Cabo de San Antonio hasta la punta de Maisí, allí fue, de hecho devastador, quizás como una larga madrugada de la que no tenemos más opción que despertar.

No fue triunfalismo desmedido ni exceso de optimismo lo que me detuvo, a la luz de la lamparita recargable, en estos versos de Juan Gelman, sino la certeza de que “somos los que encendimos el amor”, los que “hemos quemado el miedo” y abierto mil ventanas, así que somos, también, los que merecemos la esperanza.

Madrugada

Jugos del cielo mojan la madrugada de la ciudad violenta.
Ella respira por nosotros.

Somos los que encendimos el amor para que dure,
para que sobreviva a toda soledad.

Hemos quemado el miedo, hemos mirado frente a frente al dolor
antes de merecer esta esperanza.

Hemos abierto las ventanas para darle mil rostros.