De nuevo David Rivera: El “misterio” de Ana Alliegro
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Cada vez más arrinconado por la caravana de hechos ilegales que atraviesa su historial de congresista estadounidense, ahora intenta escabullirse de otro sonado escándalo.
Lo caracterizan en Miami como el “misterio” que gira en torno a la testigo principal de la jugarreta montada por David Rivera para dañar a su rival en los comicios generales de noviembre.
Estos fueron antecedidos en agosto por elecciones primarias destinadas a seleccionar candidatos, oportunidad en la que le fabricaron un adversario al demócrata Joe García para debilitarlo frente a Rivera en su altercado por un puesto en el Capitolio.
Dos reporteros del Nuevo Herald, Manny García y Marc Caputo, revelaron que este último hizo llegar 43 000 dólares para respaldar la improvisada campaña de un desconocido, Justin Lamar Sternad.
Llegaron tan lejos que hasta emplearon el logotipo y la fotografía de Obama para engañar y atraer a votantes demócratas, mientras pagaron miles de dólares en propaganda postal.
Hugo Cochran, presidente de la empresa Campaign Data, informó que en julio David Rivera le solicitó una lista de electores, luego receptores de once envíos de propaganda a favor de Sternad.
Sin embargo, hombres del congresista de Miami declararon que su jefe no conocía al supuesto aspirante demócrata a las elecciones de noviembre ni había hablado con él.
Pero saltó un hecho que amenazó con derrumbar ese argumento: la existencia de una testigo clave de lo verdaderamente sucedido.
La Fiscalía y el Buró Federal de Investigaciones comenzaron otra pesquisa en torno a David Rivera, una más entre muchas, incluso cuando hacía campaña en aras del escaño que ahora ocupa en el Congreso de Washington.
Según la actual acusación, Ana Alliegro puede formular un delicado testimonio debido a que actuó como intermediaria entre Rivera y el llamado candidato demócrata que enfrentaron a Joe García.
La policía registró la vivienda que Alliegro tiene en Miami, donde ocuparon su computadora, el teléfono celular y otros artículos, así como la citaron para exponer ante un gran jurado federal.
Ella dijo, y lo reflejó este sábado El Nuevo Herald, que el miércoles último sostuvo un encuentro con David Rivera, y horas más tarde la testigo “desapareció”, tanto que ni su abogado pudo explicar dónde estaba.
La madre de la declarante, Agueda Alliegro, señaló que investigadores se encontraron previamente con su hija para entregarle una citación y arrestarla “por tener la licencia de conducción suspendida”.
Después preguntó: ¿quién ha visto que a alguien lo arresten por eso? Luego añadió un incómodo detalle: “Ella está siendo acosada a causa de intereses políticos”.
Quienes rastrean a David Rivera se concentran en Ana Alliegro, porque ella fue una de las ejecutoras de la campaña de Justin Lamar Sternad, y por tanto debe conocer el origen de sus fondos y del papel del primero en eso.
Rodeado por embarazosos datos de prensa y el comienzo de una pesquisa federal, Sternad rehizo su divulgación financiera para demostrar que se prestó a sí mismo 53 000 dólares, aunque primero afirmó que eran 11 000.
Oscuros reportes financieros, y la utilización de un contratista de propaganda postal muy ligado a Rivera, llevaron a Joe García a acusar a este último de torpedear a una campaña demócrata.
Otro delito luego que no hace mucho tiempo fue seguido a lo largo de 18 meses por la policía floridana, indagación de la que surgieron en su contra graves imputaciones.
Ahora el supuesto “misterio” de Ana Alliegro solo sirve para hundir todavía más en el fango al congresista David Rivera, uno de los más desaforados propulsores de llevar la democracia a Cuba.
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