César Vallejo: periodista excepcional

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César Vallejo: periodista excepcional
Fecha de publicación: 
21 Marzo 2019
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César Vallejo volvió a nosotros en el escenario de la Feria Internacional del Libro el pasado día 14 de Febrero, día dedicado al amor y a la poesía en el evento. Allí, como oportunamente informó CubaSí, se le rindió homenaje a César Vallejo bajo el auspicio de Cuba Poesía, Colección Sur de la UNEAC y la Editorial Sinco de Perú, que presentó la edición facsimilar de la primera edición de Los Heraldos Negros (1918-19).

El que les escribe es admirador de la poesía de César Vallejo. Me inspira mucho por su especial y trascendente forma en que plasmó su poesía para todos los tiempos. Pero quizás pocos sepan que Vallejo también fue un periodista excepcional. Trascendió en centenares de artículos, reportajes y crónicas escritas en su Perú de origen, después en Francia, España y otros países de Europa por donde transcurrió su vida. Este oficio también lo ayudó a sobrevivir con dignidad, a defender sus puntos de vista y sus ideas revolucionarias e interpretar desde la izquierda el convulso mundo que lo rodeó en la primera parte del siglo veinte.

Fue un poeta-periodista. Definió en sus textos teóricos qué era el “artista pleno”. Él lo fue.

Aportó su enfoque marxista sobre el arte y la literatura, Vivió etapas de su vida perseguido, pobre, expulsado de Francia, comunista, defensor de la República Española. Fue de los primeros en denunciar el fascismo que llevaría al mundo a la II Guerra Mundial. Vallejo supo defender sus ideas. Supo morir dignamente…

De la vida y obra poética de Vallejo es de lo que más se ha escrito, pero, a nuestro juicio, queda por tratar más acerca de su condición de periodista excepcional, ejemplar.

Nadie mejor para acercarnos a esta notable faceta que el poeta, escritor y periodista peruano, el amigo Winston Orrillo (Lima, 1941), quien publicó una gran investigación plasmada en un libro sobre esta faceta poco conocida de Vallejo.

Gracias a los prodigios de Internet, tomamos contacto con el también Profesor Principal de las Universidades de San Marcos y San Martin de Porres. Premio El Poeta Joven del Peru y Premio Nacional de Cultura. Autor de más de veinte libros de poesía, diez de ensayos y tres de cuentos. Periodista profesional.

Pedro Margolles: Usted, en su quehacer como investigador, publicó un libro sobre César Vallejo periodista. ¿Podría resumirnos lo que aportó su investigación y qué considera esencial de los valores del gran poeta en este oficio?

Winston Orrillo: Considero que Vallejo es un periodista del siglo XXI. Mucho se conoce de las vertientes poéticas, narrativas y dramatúrgicas del máximo exponente de la poesía peruana de todos los tiempos.

Lo que no se había estudiado a fondo, hasta hace poco menos de una década, era la vertiente de, asimismo, gran periodista que había desarrollado el autor de Poemas Humanos.

Nos cupo el honor, en un libro publicado por el Fondo Editorial de la Universidad de San Marcos, de marcar un hito en este sentido. “César Vallejo: periodista paradigmático”, Lima, 1998, demuestra, en sus 134 páginas, cómo nuestro autor no es solo un presentador de noticias más o menos ad usum, sino que él –como en pleno siglo XXI- ejerce ya, en la década del 30 del siglo pasado, un periodismo de investigación.

Y cómo, asuntos como el de “objetividad” del periodismo, son discutidos y planteados con una lucidez singular, en la que, como en muchas otras ocasiones, se adelanta a su tiempo, y toca el nuestro, y aun lo supera.

Igualmente, el carácter de servicio social que el periodismo, cada vez más, va cubriendo, se vuelve transparente cuando Vallejo denuncia el nacimiento del fascismo, y advierte –aun cuando no se le hizo caso- cuán deletéreo iba a ser su desarrollo y horrorosa expansión: todo a partir de su importantísima experiencia en la Guerra Civil Española.

P.M.: ¿Cómo manejaba el autor de Trilce el concepto de actualidad de las fuentes?

W.O.: El concepto de actualidad de las fuentes es una de las obsesiones del poeta-periodista; y es conmovedor cómo él nos anuncia que sus datos son de las más recientes fuentes, en ese entonces, de hace unos quince días.

La denuncia de ese verdadero flagelo de nuestros días, el periodismo amarillo, es planteado, con nombre y apellido por Vallejo, al examinar el caso de Gastón Guyot (una suerte de nuevo Landrú), que es utilizado por el Gobierno francés para que “continúe acaparando la atención del país entero, a fin de que la gente siga muriéndose de hambre, sin sentirlo, o al menos siga comiendo carne cruda de caballos apestados, sin darse cuenta de ello”.

Finalmente, el rol actualísimo del periodismo, como un factor educativo y de salvación para la comunidad, es fundamental para Vallejo, especialmente cuando, a través de la prensa, advierte al orbe, el advenimiento del fascismo “para librar al mundo entero de la barbarie”. Como siempre, los poderosos intereses se impusieron y a la humanidad se le cobraron las varias decenas de millones de muertos que todos conocemos.

P.M.: ¿De qué manera contribuyó en Vallejo su condición de poeta y su formación política para ejercer esta profesión de “Obrero de las letras”?

W.O.: No fue solo la experiencia trascendente del poeta, sino que contó con lo que podríamos llamar una ayuda singular: su formación política con las lecturas de textos del socialismo científico, que le dieron, al bardo, al periodista, instrumentos más congruentes para el análisis y superación de esa experiencia límite que él había aprehendido en el París de entreguerras, en "el tórax del Café" en medio de "un óxido profundo de tristeza".

La formación política de Vallejo le sirvió para hacer más universal su poesía, para dar base científica a su periodismo, para permitirle el paso del dolor individual al del hombre víctima del Sistema:

"Le ha dolido el dolor, el dolor joven,
el dolor niño, el dolorazo..."

Y para denunciar a ese "execrable sistema" ya citado, el que parirá la guerra, forma ecuménica del dolor y de la Muerte, a la que el poeta se enfrentará, especialmente en ese poema–testamento que es "España, aparta de mí este cáliz".

Es también interesante plantear el sentido del legado que César Vallejo da a los nuevos poetas, a los poetas del hoy, a los nuevos periodistas, a los que él –estamos seguros– les sigue hablando.

Lo importante es situar a Vallejo en su contexto histórico, apreciarlo en su inabarcable dimensión de hombre imposible de encasillar, pero al que no podemos mutilarle su ideología, su formación política, su militancia.

(…) Los jóvenes poetas e investigadores de San Marcos plantean una nueva lectura de Vallejo, donde se reivindican los aspectos lúdicos, irreverentes y hasta "mágicos" de quien, por otra parte, fue un buen lector de Eguren y un declarado admirador de Chaplin.

Pero también sería bueno que ellos, y todos los numerosos jóvenes lectores de nuestro máximo poeta, no olviden que Vallejo fue asimismo, un disciplinado estudioso de las ciencias sociales, un zahorí decodificador del expectante tiempo que le tocó vivir, y para ello nada mejor que internarse en la lectura de la ladera periodística de nuestro bardo: allí lo tendremos, integérrimo, y atento a todo aquello que le podía permitir hundirse, más aun, en la urdimbre de su época, con lo que conforma y confirma su adhesión a la conocida sentencia de Terencio: Homo sum, nihil Humani a me alienum puto:"Hombre soy, nada de lo que es humano me es extraño".

Una lección que no cesaremos de relevar, en Vallejo, es que –no solo en poesía– dijo las cosas de modo único; y que sus textos, por eso, devienen indelebles; y, por ello mismo, sus crónicas y artículos periodísticos no solo tienen ese ingrediente –necesario y fundamental– de la actualidad, sino que, por haber sido escritos con gran belleza, llegan hasta el hoy, y son de una frescura y lozanía indelebles (…).

El campo periodístico de Vallejo no tuvo límites. Todos los temas humanos –ya lo hemos manifestado– fueron foco de su interés: ésa es una de sus condiciones paradigmáticas. Nada de lo humano le fue extraño, con lo que causa verdadero asombro para los hoy llamados intelectuales –escritores, artistas– que si bien es cierto pueden incursionar (y de hecho incursionan) en el diarismo o en la colaboración con hebdomadarios, es muy poco probable que se despachen con artículos como algunos de los de nuestro poeta, donde se enfocan áridas crisis económicas, o se discuten temas sobre el armamentismo, con un puntual manejo de cifras y datos que nos llevan a lo que, ahora mismo, se llama periodismo de "investigación". Pero con una cardinal diferencia: los artículos que hogaño provienen de las denominadas "unidades de investigación" de diarios y revistas, son producto de bases de datos y de enjundiosos archivos que, por cierto, denuncian un trabajo colectivo, y no el solitario, pero no por ello menos documentado, de algunos de los artículos publicados por César Vallejo hace ya bastante más de medio siglo.

Ahora nos muestra gracias a su minuciosa investigación al periodista paradigmático y revolucionario ejemplar, consecuente con sus ideas hasta el fin de sus días acompañándolo la fama y la pobreza hasta morir en París.

“Un día del cual tengo ya el recuerdo”, como diría en su famoso poema “Piedra negra sobre piedra blanca”.

Nos relata Orrillo que por razones obvias, el mayor número de colaboraciones periodísticas de nuestro poeta corresponde a los problemas literarios: en esta vertiente no se trata sólo de la mera reseña de la obra nueva, sino de, principalmente, la señalización de los rumbos distintos que el arte literario iba tomando y, particularmente, la sobria, aunque a veces justificadamente acerba, crítica a los "contrabandos" que, con el nombre de "nueva literatura", encubrían viejas posiciones regresivas, actitudes más o menos resobadas y, concretamente, nada originales.

Persigue el poeta-periodista :

Es interesante, en especial, el sentido que Vallejo tiene de representar a una nueva generación literaria, con sus responsabilidades y deberes, que él no solo planteará, sino que asumirá con su vida y su obra, de modo consecuente, de modo arquetípico.

Son de destacar –y solo citaremos algunas para no hacer interminable la lista– artículos como: "La última generación”, "Contra el secreto profesional”, “Autopsia del superrealismo" y "Duelo entre dos literaturas”.

Anotaremos que Vallejo fue un acucioso comentarista teatral, un enjundioso crítico, permanentemente preocupado por la renovación del arte escénico. No olvidemos, además, que en esto se halla, como substrato, su propia condición de autor dramático que ve y comenta aquello que puede servirle para su misma creación.

Asombra, igualmente, cómo maneja el poeta puntos de vista y perspectivas que lo sitúan como un preciso crítico de artes plásticas, especialmente de la Pintura, donde relevamos pequeñas joyas como "Los maestros del cubismo". "El Pitágoras de la pintura", verdadera exégesis de la valía de Juan Gris, y admonitorias líneas sobre lo que será la verdadera grandeza de este singular maestro.

La escultura será otro de los campos donde Vallejo se mueve a las mil maravillas. Solo tocaremos "Tendencias de la escultura moderna. El escultor Fioravanti" donde, luego de efectuar válidas disquisiciones sobre la esencia de la pintura y escultura, emite juicios estéticos que revelan una madurez crítica excepcional. Pero mejor leamos al poeta–periodista:

"Me parece que la naturaleza del arte escultórico exige del escultor un sentido de la plástica más inocente que el requerido del pintor por el lienzo".

Luego, se pasea por lo que llama las crisis de la civilización actual, cuyas "postrimerías refinadas" denomina archiintelectuales y, por ello, negadas a un mayor desarrollo de la escultura. Igualmente, en una suerte de travelling discurre acerca de las obras de Bourdelle,Rude, Carpeaux, Archipenko y Scharf, para arribar al trabajo del joven escultor argentino Fioravanti. El poeta penetra en el sentido de su obra, que va allende la "concepción monumental naturalista de nuestros municipios burgueses", para lograr "a fuerza de pureza lineal y de mucha disciplina en el reparto y equilibrio de las masas" "remozar y hasta regenerar" motivos escultóricos que, de otro modo, hubieran resultado manidos.

En fin, una muestra más de pleno dominio de aquello sobre lo que escribe, en una revista o diario, para convertir, de este modo, a ambos, en sendas aulas abiertas destinadas a esos miles de lectores–educandos que accedían, por el contacto con estas páginas, a las lecciones de estética popular del poeta–periodista.

La música es otro de los campos preferidos por Vallejo para sus artículos y crónicas. ¿Dónde –cabría preguntarse– aprendió tanto nuestro poeta sobre este difícil y exquisito arte? Si tenemos en cuenta la magra educación estética del medio del que provenía, tenemos que convenir en que todo (o casi todo) fue autodidactismo.

Además de documentadas y sutiles, estas notas de arte musical revelan un profundo dominio de aspectos que no es fácil conocer sin una larga y avezada frecuentación de salas de concierto. Citaremos estos ejemplos: "El más grande músico de Francia", "La revolución en la Ópera de París" y "Falla y la música de escena". Detengámonos un poco en este último. Trata sobre el drama lírico y su agonía, y la presencia escénica, en el sentido moderno.

Pero lo que asombra es que, para comentar la obra del autor de "El retablo de maese Pérez", Vallejo nos lleva de la mano por terrenos de las artes plásticas, la música de su tiempo (Honegger, Satie, Stravinsky, Schönberg), el teatro (Shakespeare, Ibsen, Shaw), el mundo de la danza (Diaghilev, Nikitina, Nijinsky), con lo que nos demuestra su formación integral, que no sólo despierta admiración cognoscitiva, sino que nunca deja de darnos muestra de lo que es su estilo.

Leámoslo:

"Falla –no visto sino oído como deben serlo todos los músicos– produce una evidente impresión de grandeza, Arte primitivo, terráqueo, bárbaro. Tiene frialdad de piedra y monotonías de salvaje, toda una tarde, un palo con otro palo. Tiene cosas negras, como Satie, como Stravinsky; Schönberg maneja también sus cocos de Darwin, solo que en él se transforman en los botones del ‘Pierrot Lunar’".

Ya de alguna manera está insinuado el interés vallejiano por la danza. Quizá uno de sus artículos más significativos sea el que dedica a "Los funerales de Isadora Duncan" que nosotros citamos en nuestra investigación como una muestra excepcional del estilo de prosa poética de nuestro creador periodístico.

P.M.: Estimado profesor, en la época de Vallejo irrumpía con fuerza el cine. ¿Se ocupó el autor de “Poemas Humanos” de tratar en su periodismo esta moderna manifestación del arte?

W.O.: El cine es uno de los puntos de mayor preocupación del autor de Trilce, en sus periplos de reportero de la información de actualidad (léase también periodismo). Vallejo es, sin duda, un cinéfilo. Falta todavía un estudio sobre lo cinematográfico de ciertas imágenes, especialmente de la época de Poemas Humanos y, por cierto, de España, aparta de mí este cáliz.

Son muy numerosos los textos en los que hay, como meollo, la crítica cinematográfica o la referencia a la cinética o a la cinemática. Uno de los genios en su época (la de Vallejo, que aunque paradójicamente, también se convierte en la nuestra porque el poeta sabe proyectar su pluma hasta el hoy); uno de los genios indudables, decíamos, es Chaplin. A él le dedica su breve, aunque enjundioso texto "La pasión de Charles Chaplin", así como también son claves su "Contribución al estudio del cinema" y el "Ensayo de una rítmica en tres pantallas".

P.M.: Usted, con su investigación, nos ha develado un Vallejo desconocido. ¿Hasta dónde llegó?

W.O.: Otra ladera –esta sí sorprendente– en el periodista Vallejo es la del cronista policial. No se crea, sin embargo, que es una incursión del poeta por los albañales de la crónica llamada –entre nosotros– "roja". Nada de eso. El tema policial le sirve al escritor para develar algunas de las miserias de la sociedad en la que le ha tocado vivir, y aun para desmitificar, con buido análisis, el papel que este tipo de periodismo cumple como "cortina de humo" ante la crisis de los países.

Al respecto, son ejemplares los siguientes artículos: "Gaston Guyot, el nuevo Landrú" , también tocado como personaje en "Un extraño proceso criminal" . Aquí –en el primer texto– Vallejo desmitifica el sórdido papel que cumple el periodismo amarillo. El autor va más allá de la noticia y se adentra en los móviles para "levantar" (por el Gobierno) la crónica roja.

Por ello, el campo del periodismo político es uno de los más proficuos en su vasta obra de reportero del inquietante mundo que le tocó vivir. Hay una simbiosis entre el testigo que penetra, con su escalpelo, en las entrañas de su tiempo, y el hombre que ha bebido, con fruición y disciplina, en las vertientes científicas del materialismo dialéctico.

Entre los muchos textos políticos, destacamos: "El movimiento dialéctico en un tren" "Acerca de la Revolución Rusa" "Pacifismo capitalista y pacifismo proletario" "El último discurso de Briand", "Clemenceau ante la historia" y, por cierto, su reportaje–testimonio Rusia en 1931, reflexiones al pie del Kremlin.

¡Prosigue la serie de asombros! Muchos de los escritores y/o intelectuales, tienen lo que podría llamarse su talón de Aquiles en los predios de los deportes. Al que esto declara, sencillamente no le interesan. No hallamos tiempo para internarnos en las dilatadas secciones y suplementos que los diarios y revistas dedican a los deportes, muchas veces, es cierto, como "cortinas de humo" para los temas realmente importantes. Sabemos que esto es una grave limitación, y que un periodista "de oficio" tiene que interesarse en todo lo que ocupa la atención de la actualidad.

Recordamos, al respecto, una conversación con el primer corresponsal de la Agencia Cubana Prensa Latina en el Perú, el chileno Sergio Pineda, gran aficionado a los deportes, quien nos señalara, precisamente, la importancia, para un periodista, de "estar al tanto de todo".

Confesamos no haberle hecho caso, hasta que arribamos al mundo periodístico de César Vallejo, donde los deportes –todos, casi todos: no hemos hallado nada sobre fútbol– ocupan lugares expectantes. Leamos, entre otros, los artículos "Una gran lucha entre Francia y Estados Unidos", cuya última parte es la contienda entre tenistas y boxeadores de ambos países, "Los peligros del tenis". En sus "Crónicas de París" escribe sobre natación, concretamente sobre la hazaña de la nadadora norteamericana Miss Ederlée, que atravesó por primera vez el Canal de la Mancha. En "Los seis días de París" se trata de dilucidar el "origen del actual fanatismo deportivo en Norteamérica" y presenta una panorámica, crítica, de la famosa contienda ciclística francesa.

En fin, no quiero, ni es este el espacio, para versionarte mi libro.

Invito a los lectores a buscarlo, pues ahí encontrarán mucho más sobre su desempeño en especialidades como el periodismo económico, filosofía, ciencia e infinidad de temas.

P.M.: Gracias, estimado Orrrillo. Estoy seguro de que muchos lectores, periodistas o no, en Cuba se interesarán por encontrar y leerse estos maravillosos trabajos que usted nos describió como una tentación para adentrarse en este aspecto tan poco conocido. Disculpa la interrupción, pues sé que estás concluyendo dos libros de poesía. Que tengas éxito.

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