¡Pobres judíos!

¡Pobres judíos!
Fecha de publicación: 
11 Febrero 2013
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Si en algún comentario anterior habíamos dicho que solo la mención de la palabra holocausto despertaba la simpatía de gran parte del mundo ante el genocidio de millones de integrantes de esa comunidad durante la Segunda Guerra Mundial, hoy muchos cuestionan las cifras manejadas al respecto, aunque ya es un crimen el asesinato de una sola persona en las circunstancias en que los nazis lo hicieron.

Lo cierto es que los líderes judíos -más bien los geófagos fundamentalistas- han engañado a su propio pueblo, como asesinado impunemente a árabes, principalmente a palestinos, y mantenido durante décadas una política engañosa.             

Bajo la influencia de la propaganda corriente, ¿quién no ha asociado la palabra judío a una persona de grandes recursos económicos, extremadamente ahorrativa? Junto a esta imagen dibujamos en nuestra mente a personas con tanto dinero como influencia, que llegaron incluso a colaborar con el Tercer Reich, como hizo la poderosa familia Rothschild, asentada en Estados Unidos. La posterior negativa judía coadyuvó a sentar las bases del mencionado Holocausto, con cifras de muertes de judíos ascendente a seis millones, según los historiadores del sionismo y medios de prensa occidentales, y de un millón o mucho menos, por otros menos adeptos.
     
                                                                         
Se oculta que centenares de miles huyeron a la entonces Unión Soviética, donde no entraron nunca en combate, mientras que, por el contrario, el dictador Adolfo Hitler. permitió que 150 000 de los denominados ashkenazis (de matrimonio ario y judío) defendieran valientemente con las armas a la bandera de la svástica. clase y un largo etcétera.           
                                                                                                                

Entre los muchos ejemplos hallados en Internet, escogimos uno: Reinhard Tristan Eugen Heydrich. Fue el segundo al mando de las SS, sólo por detrás de Heinrich Himmler. En 1936 pasó a dirigir la GESTAPO, y en 1939, la Oficina Central de Seguridad del Reich. Pues bien, este hombre, que con familiares judíos y sangre judía, fue uno de los encargados de la muerte de los supuestos 6.000.000 de judíos. De hecho, firmó, el 26 de febrero de 1942, una carta dirigida al diplomático alemán Martin Luther, en la que solicitaba asistencia administrativa para la implantación de la “Endlösung der Judenfrage”, es decir, Solución Final al Problema Judío    
                         

Lo cierto es que el sionismo tomó cuerpo y logró fuerza, luego del Holocausto, un arma ideológica indispensable, con dogmas centrales que sustentan importantes intereses políticos y de clase. A través de su explotación, una de las potencias militares más formidables del mundo, poseedora de un horrendo historial en materia de derechos humanos, se ha presentado como un Estado “víctima”, y el grupo étnico más exitoso de  Estados Unidos ha adquirido un estatus de víctima en forma similar.
                                     
                                         
Pero incluso este éxito es limitado a la clase poderosa en EE.UU., no al judío simple, donde el lobby que le sirve maneja las dos vertientes del Congreso, se aprovecha de los cada vez mayores presupuesto militares, mientras que su líder en Tel Aviv, Benjamin Netanyahu, se jacta de haber enviado varias veces a la lona a su colega norteamericano, Barack Obama.

                                                      

Pero mientras esa elite judía se ahoga en dinero, en el propio Israel el 75% de las poblaciones preocupa por los problemas económicos y sociales, y no por la propagandizada amenaza nuclear iraní, ni por lo que los aislados palestinos de Gaza puedan hacer con sus cohetes caseros.     
                                                          

Al mismo tiempo, sorprende a muchos el real deterioro de la vida de la mayoría de los judíos en todo Estados Unidos, principalmente en Nueva York, donde se asientan casi millón y medio, a pesar de la emigración de un gran número hacia el sur y el oeste, según un estudio de la Comunidad Judía de neoyorquina.     

                                                 
Dada la inmigración de judíos de la ex Unión Soviética durante la década pasada, componen un cuatro de la judería de Nueva York, donde se descubrió la pobreza creciente entre ellos, que ha alcanzado el 35%   
                                                                    

De hecho, hay más judíos pobres en Nueva York – unos 244.000 – que en otras comunidades norteamericanas. El estudio también reveló que la pobreza entre los residentes de Nueva York  se incrementó en casi 1 de cada 5 hogares judíos considerados "pobres" con ingresos por debajo del 150% del nivel federal de pobreza. El aumento relativo es especialmente dramático en los suburbios, donde hace 10 años no había pobreza judía. 
                                  

Como se puede apreciar no hay mucho color de rosa en una comunidad ala cual se achacaba que detentaba el emporio económico. Pero ni en el país de origen, ni en las filas de la emigración hay una real felicidad para la mayoría. Solo sonríen aquellos que juegan a la guerra, expanden su dominio geográfico y excluyen con asentamientos a los pobladores originarios.     
                         

La soberbia, prepotencia y chapucería alejan las simpatías a un pueblo realmente trabajador, con inventivas y que tanto bien pudiera hacer a la humanidad. ¡Pobres judíos!

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