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Pienso que de hecho si los paradigmas estéticos de una sociedad pasada marcaron una pauta, en acuerdo con los estándares y modos de ver las relaciones humanas de la época, no hay razón para que los paradigmas no puedan cambiar según cambian las formas de pensar. Es un poco absurdo y dogmático que los hombres de hoy no puedan escoger cómo lucir porque patrones fijados en otros momentos históricos digan cómo debe ser un hombre para considerarse como tal. La masculinidad es un atributo de los hombres para disfrute de las mujeres y orgullo de los hombres, al igual que la feminidad lo es para la mujer y para el hombre. Por eso si cambian los códigos estéticos sin afectar el orgullo de los hombres y el disfrute de las mujeres, no hay problema alguno para la masculinidad. El problema sería si el orgullo de un hombre se ve afectado por determinado comportamiento en aras de agradar a una mujer. Es cuestión de matener un equilibrio y ser flexibles en la medida de lo digno. A fin de cuentas, somos seres sociales y sexuales. Todo lo que ayude a esos dos estatus no puede ser malo. Aunque confieso que no me gustaría estar con una mujer con vello debajo del brazo, por suerte eso no le gusta a las mujeres cubanas, jaja.
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