Roger Noriega: Sin valor de cambio

Ordenaron escribirlo al periodista José Nacher, de América TeVé, con sede en Miami.

Su fuente principal es un viejo fantasma que todavía deambula por esa ciudad al servicio de Estados Unidos, Roger Noriega, exsecretario adjunto para Asuntos Hemisféricos.

Durante la audiencia que le organizaron ante el subcomité de Seguridad del Congreso, este señor acusó a las autoridades militares cubanas de estar involucradas en el tráfico de cocaína desde Venezuela.

Alertó que en mayo último un militar venezolano, a quien no identificó, informó a la Policía de Estados Unidos que oficiales cubanos estaban mezclados en ese negocio ilícito cuyo movimiento se originaba a partir del puerto de la Guaira.

Al parecer, según Noriega, esos militares cubanos ordenaron a la Seguridad del Gobierno venezolano no interferir «las operaciones de los narco guerrilleros colombianos dentro de Venezuela».

El citado reportero agregó que en su intervención, Noriega especificó que en esas actividades ilícitas están involucrados «la familia y el régimen de Maduro», algo que tampoco demostró.

Finalmente, en sus palabras adujo: «Deberíamos romper las relaciones diplomáticas con el régimen de La Habana».

Asimismo, «deberíamos tener el apoyo de la comunidad internacional para aplicar sanciones financieras contra esos delincuentes».

¿Quién es el señor Roger Noriega?

Algunos ejemplos:

-Famoso por su pensamiento racista, su desprecio a la ONU, su odio contra Cuba; leal asistente del senador republicano Jesse Helms y siempre mostró su cálida admiración por el general fascista chileno Augusto Pinochet.

-En 1998 dijo a The Washington Post que la mayoría de los chilenos coinciden en que el golpe de Pinochet rescató a su país de una derruida anarquía.

-En 2002, junto a Álvaro Uribe, jefe de paramilitares colombianos, fue promotor del intento de golpe militar en Venezuela.

-En agosto de 2003 no asistió a la toma de posesión del nuevo presidente de Paraguay por temor, como dijo la prensa, de que la resonante presencia allí de Fidel Castro tornase insignificante la suya.