
Tras depositar el ataúd en el panteón de la familia Estorino en la necrópolis unionense, Omar Valiño, vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas (Uneac), consideró que el intelectual "dibujó como nadie el diálogo historia-literatura cubana".
"Desde su altísimo pensamiento poético, exploró la palabra y la escena, límpido, transparente y profundo, visualizó y transmitió el sentido del teatro y del arte", destacó el directivo de la Uneac.
"Disfrutó una vida larga y plena. Descansarás en paz en tu tierra chiquita y grande", expresó Valiño en la ceremonia luctuosa, y cuya intervención recibió una gran ovación.
Estorino nació el 20 de enero de 1925 en Unión de Reyes, en la provincia de Matanzas y a unos 140 kilómetros al sureste de La Habana, y tenía al morir 88 años.
El afamado teatrista matancero fue discípulo de Virgilio Piñera, y maestro indiscutible de los autores más sobresalientes de la nueva hornada.
Entre sus obras más conocidas y vistas en las tablas figuran: El robo del cochino (cerdo) y Casa Vieja, y entre los numerosos lauros recibidos sobresale el Premio Nacional de Literatura en 1992.
Además, realizó una meritoria labor como director y adaptador, está considerado uno de los más brillantes y prolíferos dramaturgos cubanos, y especialistas describen su estructura narrativa de técnica segura y apropiada.